Ismael Tovar Rojas entregó su alma al creador el 7 de junio del 2017 pasadas las 7 de la mañana al sufrir un definitivo paro cardiaco, sus familiares lo trasladaron al hospital San Vicente, a donde llegó sin signos vitales, la voz del grito inconfundible de “vuelta e´ campana sensacional” se extinguió y de inmediato nació la leyenda.
El amanecer de 29 de febrero de 1952, fecha atípica como era él, vio nacer al pequeño Ismael, el segundo hijo varón de don Juan Tovar Sánchez (Juan Sánchez) y Doña Emilia Rojas.
Aquel viernes la cotidianidad de la casa del tío Bernardo Rojas y su esposa Silvestra, en barrio loco (hoy Barrio San Teresita) se alteró desde la madrugada, llegaron y llegaron familiares de los Tovar Rojas a conocer al pequeño niño de ébano, que con el tiempo haciendo honor a su raza tatuaría el corazón de los llaneros con hermosos y tradicionales recuerdos.
La alegría y la parranda que generó su nacimiento entre la familia fue premonitoria para la vida de Ismael, quien siempre anudó su nombre al folclore, la tradición, el coleo, los caballos, las jornadas de llano en la finca el Dorado de su predilecto Feliciano. Allí en tardes de verano y largas faenas fue tejiendo versos, componiendo coplas, y siempre recordaba que el Feliciano narró sus primeras tardes de coleo.
El carismático Ismael Tovar fue un soñador, compositor. Todo lo que construyó se lo ofreció a su pueblo, convirtió su emblemática finca “La Embajada” en la casa de todos, lo tuvo todo y lo dio todo.
Su espíritu libre sin ataduras, le permitió recibir la musa de mil maneras; esa inspiración fue fundamental para su creatividad singular al narrar el coleo y es que Ismael Tovar le enseñó al mundo cómo transmitir con emoción, lo que ocurría en una manga de coleo. De qué manera describía el recorrido de hombre, caballo y toro. No era una narración cualquiera; era una descripción detallada del toro, su color, su peso, contextura y calidad.
De los caballos desbordaba en sus labios los mejores calificativos, las mejores bondades; resaltaba su pedigrí y la compañía fiel y fundamental para el hombre llanero.
En todas las empresas que asumía dejaba el corazón, impulsó el boxeo; hizo de uno de sus hijos el mejor de la época, conquistó al gran pulgarcito y lo enamoró de Arauca
Siendo un criollo araucano, lo sedujo la música del cacique Upar; se ufanaba de ser amigo y haber compartido con Diomedes Díaz. Su fascinación por los acordes del acordeón y los tiempos de la caja y la guacharaca, lo llevaron a componer su canción inédita “La Reina del café”; tema que hace apenas cuatro días le pidió a su sobrino Merardo, se le cantara como despedida en su funeral.
El “Carismático”, fue un hombre de mil amores y millones de piropos pero se casó con solo una, su amada Teresa Mijares. “Como ella, no hay dos”, decía y “hay muchas iglesias, pero ella será siempre la catedral”
Del ingenio de Ismael nació la idea y realización del primer mundial de coleo, evento que organizó hombro a hombro con su hermano Merardo, apoyados por Julio Acosta Bernal. El evento que ahora lo realizan otros en Villavicencio, marcó pauta para dejar de ser un espectáculo local y transformarse en uno de talla internacional.
El “Carismático” fue un hombre franco amigo de sus amigos, solidario; un hombre del pueblo que reconocía a quienes trabajaban por su amada Arauca, esto lo llevó a ser incondicional de Facundo Castillo, de quien dijo recientemente “nunca me ha dejado solo”.
El alcalde Benjamín Socadagui y los organizadores del Festival Araucano de la frontera en el año 2016, le rindieron un homenaje en vida a Ismael Tovar; ese día estaba orgulloso de su estirpe de ser llanero, habló de sus hazañas y agradeció al pueblo araucano su cariño incondicional. “No aré en el desierto”. Vestido impecablemente de blanco llegó a la tarima del Festival y en los micrófonos de Meridiano 70 narró coleo, interpretó cantos de vaquería. Se refirió con orgullo a cada uno de sus hijos, contó que fue el primero en traer a Arauca a Reinaldo Armas, pagándole por la presentación 50 bolívares en aquel entonces y jocosamente recordó que el hombre durmió en un chinchorro en la caballeriza de su casa.
Ese día habló con orgullo del llanero auténtico, dijo que era un gran escenario para transmitir a las nuevas generaciones la idiosincrasia de la cultura llanera.
Al partir a la eternidad, Ismael deja a su esposa, hijos y nietos; un legado de su esencia y una huella imborrable de un trabajo constante y desinteresado por el rescate de los valores del pueblo araucano.
Nació la leyenda del carismático Ismael Tovar Rojas. Paz en su tumba.
ESCUCHE AQUÍ ENTREVISTA CON ISMAEL TOVAR