El Bloque Vencedores de Arauca retuvo a 89 menores. Había escuelas de entrenamiento.
Cerca de 89 menores, entre los 13 y 15 años de edad, fueron reclutados por paramilitares del bloque Vencedores de Arauca durante cuatro años (2001- 2005). Por cada menor que llevaban a las filas de ese grupo pagaban entre 200.000 a 500.000 pesos.
Los menores debían tener buen estado físico y no tener limitaciones. El primer requisito para ingresar a las “escuelas de entrenamiento”, contaron los postulados a Justicia y Paz, era someterse a un cambio de identidad. Lo que en algunos casos podría causarles daños psicológicos.
Luego de pasar por las escuelas de entrenamiento pasaban a integrar las filas militantes. Se encargaban de realizar labores de patrullajes y los más destacados asistían a combates.
“Durante un entrenamiento me lastimaron un oído, el comandante Acevedo que se encargaba de instruirme para entrar en combate, me disparó y quedé gravemente herido. Solo participe en dos combates, luego me desmovilicé”, dijo un menor de 13 años a la Fiscalía.
Eran seis escuelas de entrenamiento lideradas por comandantes distribuidas en distintas veredas en el departamento de Arauca. Eran traídos menores de edad provenientes del Catatumbo, La Dorada, Montería, Casanare y Norte de Santander.
La Fiscalía documentó un centro de entrenamiento en Barranca de Upía, en el Meta, bajo el mando de alias Mauricio; escuela la Verbena a cargo de alias Juancho, la Gorgona en Tame al mando de alias Lucho, entre otras.
“Yo iba a la escuela a estudiar, en la tarde vendía empanadas. Un día me llamaron para que fuera a una finca en la que iban a dar trabajo y buscaban jóvenes, nos subieron al bus, ahí nos dieron gaseosa y pollo. Me entrenaron durante cuatro meses”, testimonio de un joven en entrevista con la Fiscalía.
Dentro del “pensum académico” se enseñaban himnos del Bloque, tácticas de combate, uso de armas blancas, adoctrinamiento político y manejo de comunicaciones.
En las escuelas, según afirmaron los exparamilitares, el entrenamiento físico era igual para hombres y mujeres, y ante cualquier error podían morir. También eran castigados con enviarlos a otro bloque.
Asesinatos
La red criminal bajo el mando de Orlando Villa Zapata, según denunció la Fiscalía, protagonizó una red siniestra de asesinatos en la región. Los restos óseos de las víctimas eran arrojados a ríos o caños para dificultar el hallazgo de las autoridades.
Los ‘vencedores’ además contaban con un caño en el que había un caimán para intimidar a la población de Arauca.
La última lágrima
Así se llamaba el calabozo construido en la escuela Gorgona, en Tame. Según los postulados, ese era el sitio en el que enclaustraban a los miembros de la organización que no tuvieran un comportamiento adecuado para ellos o llegaran en estado de embriaguez.
Según denuncias, la escuela se convertiría después en una casa de paso para combatientes en la que funcionaba una red de esclavitud sexual. Las mujeres eran transportadas en buses hasta un caserío en la población de Tame (Arauca), se quedaban hasta por 15 días y no tenían garantías de retorno.
Los terrenos de la Gorgona fueron comprados por Miguel Mejía Múnera a los pobladores de esa vereda ubicada en la vía al cementerio en Puerto Gaitán en Tame (Arauca), posteriormente se hicieron adecuaciones para convertirlo en casa de encuentros.