La fermentación de ciertas comidas o el enjuague bucal elevan a veces la tasa de alcoholemia, pero esos efectos se tienen en cuenta al hacer la prueba.
El lector de MUY seguía a rajatabla el antiguo lema aquel de ” si bebes, no conduzcas”. Así que, cuando le paró la Guardia Civil y le hizo la prueba de alcoholemia, no salía de su asombro ante el resultado: 0,02 miligramos de alcohol por litro de aire espirado. Era abstemio y esperaba un cero absoluto. ¿Cómo era posible?
Por una parte, hay que considerar el margen de error en la calibración del aparato, llamado alcoholímetro o etilómetro. Pero, además, hay una razón médica, que nos explica Ángel Niego, experto en toxicología del Hospital Clínico San Carlos de Madrid: “Puede deberse a los procesos de fermentación que se producen en la digestión de los alimentos desde la cavidad bucal hasta el estómago. Aquellos hacen que aparezcan alcoholes en cantidades mínimas”.
Pero el conductor puede estar tranquilo: si no ha bebido, nunca va a dar positivo en el test –más de 0,25 miligramos por litro de aire espirado–.
¿Hay unas comidas más proclives que otras a producir estas reacciones? El doctor Nieto apunta que, a veces, pueden darse con la uva, aunque, más que de un producto concreto, este fenómeno depende de la flora bacteriana de cada persona.
Aparte de los alimentos, hay otros productos, como el enjuague bucal o ciertos jarabes, que pueden generar lo que se conoce como “efecto de alcohol en boca”, aunque el falso positivo desaparece al repetir la prueba poco tiempo después. Y lo que es totalmente inútil es intentar engañar al aparato con trucos como lamer granos de café o ponerse dentífrico antes de soplar.
Fuente: MuyInteresante