La comunidad araucana, incluidos hogares y comercios, ha expresado su inquietud por el incremento constante en las tarifas de electricidad. Este aumento se ha vuelto más notorio con la llegada del fenómeno de El Niño, que ha intensificado la demanda energética y, por ende, impactado en los costos para los usuarios.
Diferentes voces han surgido buscando alternativas para mitigar el impacto en el precio del kilovatio hora, mientras se intenta dilucidar qué elementos de la factura de luz contribuyen más al aumento de los costos. La Asociación Colombiana de Generadores de Energía Eléctrica (Acolgen) indica que un 38% del costo final se debe a la generación. Sin embargo, desde el gremio Codisgen, liderado por Yulieth Porras, se argumenta que el porcentaje es mayor, especialmente en la costa Caribe, donde la generación representaría al menos el 56% del total.
Este debate se da en un momento en que tanto usuarios residenciales como comerciales reportan abismales incrementos en sus facturas. Las empresas locales, en particular, han compartido su preocupación por cómo estos costos adicionales están afectando sus operaciones, con algunos incluso cerrando sus puertas debido a la presión financiera.
La empresa de energía Enelar ha informado sobre sus acciones para asegurar el suministro de energía en los próximos años, como parte de sus declaraciones públicas orientadas a abordar la estabilidad de los precios. A pesar de estas informaciones, la comunidad de Arauca continúa en busca de respuestas claras y soluciones prácticas frente a los incrementos sostenidos en las tarifas de electricidad, una situación complicada por las actuales condiciones climáticas adversas y su impacto en la economía local.
Sin embargo, a esto se suma la escasa o, en algunos casos, inexistente respuesta de Enelar ante las reclamaciones legítimas, a las cuales tienen derecho los usuarios. Frente a respuestas como “eso fue lo que consumió y debe pagarlo”, los usuarios nos sentimos atrapados en la frustración de la injusticia y la decepción. Iniciar un procedimiento ante la Superintendencia de Servicios Públicos resulta ser inútil. Esto, a su vez, deja ver la falta de un movimiento o política pública en el territorio que proteja los derechos de los usuarios y consumidores. Todo se resume en un desalentador “Pague”.