La reciente sugerencia del presidente Gustavo Petro de convocar a una Asamblea Constituyente ha revivido el debate político en Colombia, generando reacciones encontradas incluso dentro de su propia coalición de gobierno. Esta iniciativa contrasta con sus declaraciones previas como candidato, donde se comprometió a respetar la Constitución de 1991, alimentando preocupaciones sobre posibles cambios ideológicos profundos y la estabilidad institucional del país.
Figuras destacadas de la política colombiana han expresado sus puntos de vista sobre este asunto. Antonio Navarro, figura importante del proceso constituyente de 1991 y excompañero de lucha de Petro, ha señalado que no ve necesaria una nueva Asamblea en este momento. Por su parte, Claudia López, exalcaldesa de Bogotá, defiende la Constitución del 91 como fruto de un consenso nacional, criticando la propuesta de Petro como una estrategia para generar división.
El expresidente Álvaro Uribe, voz líder de la oposición, advierte que la inestabilidad constitucional podría frenar el progreso del país, destacando que las reformas deben enmarcarse dentro de los límites democráticos, sin recurrir a medidas extremas que pongan en riesgo la gobernabilidad.
La justificación de Petro para plantear una Asamblea Constituyente radica en las dificultades para aprobar sus reformas en el Congreso, lo que ha motivado una respuesta firme por parte de Iván Name, presidente del Congreso, quien asegura que la institución no cederá ante presiones y defenderá su autonomía frente al Ejecutivo.
La Constitución de 1991 establece mecanismos claros para la convocatoria de una Asamblea Constituyente, requiriendo el apoyo de al menos una tercera parte del censo electoral para su aprobación. Con 40.292.068 ciudadanos habilitados para votar, la tarea de movilizar una cantidad significativa de votos a favor representa un desafío considerable para cualquier propuesta de cambio constitucional.