Las FARC han emitido un comunicado proponiendo una salida negociada a la escalada de violencia en Arauca, un claro reflejo de la tensa situación que se vive en la región tras la declaratoria de guerra por parte del ELN el día anterior 5 de abril de 2024. Esta propuesta, que surge como respuesta al “clamor del pueblo araucano de parar y solucionar las diferencias entre las guerrillas”, sugiere un encuentro inclusivo que congregue a “sectores sociales, presencia de delegados de las dos organizaciones, países garantes y acompañantes, entes gubernamentales”.
Esta iniciativa de las FARC no solo refleja la gravedad de la crisis humanitaria en Arauca sino que también pone de manifiesto su disposición a escuchar el llamado de la comunidad afectada. El detalle relevante del comunicado —“al pueblo hay que oírle su llamado”— enfatiza la necesidad de una respuesta colectiva y coordinada a los sufrimientos del pueblo.
La invitación abierta al ELN para participar en este proceso y responder positivamente a la propuesta de un “cese bilateral temporal de fuego” es una prueba para este grupo armado. La expectativa ahora recae sobre el ELN, instando a esta organización a actuar de manera coherente con su propia retórica pública en contra de los homicidios y la violencia en Arauca.
Este planteamiento se produce en un momento crítico, justo después de que el gobierno nacional y las FARC acordaran continuar con las conversaciones de paz, retomando los compromisos pactados previamente, hecho que se dio justo este viernes en San Vicente del Caguán en la reunión extraordinaria del gobierno nacional y el Estado Mayor Central de las FARC-EP. El balón está ahora en el campo del ELN, y la comunidad nacional e internacional está atenta a cómo este grupo responderá a la llamada a la paz.
Este momento es un cruce de caminos para el conflicto en Arauca y para Colombia en su conjunto. La respuesta del ELN no solo definirá el futuro inmediato de Arauca sino que también será indicativa de la viabilidad de un proceso de paz más amplio en Colombia. En este contexto, la responsabilidad del ELN es inmensa, y su próxima acción será determinante en la búsqueda de una paz duradera en la región. La comunidad internacional, junto con las voces locales, espera una respuesta que priorice el bienestar y la seguridad del pueblo araucano sobre las hostilidades prolongadas.