A medida que el fenómeno climático de El Niño empieza a debilitarse, expertos anticipan la llegada de La Niña hacia finales de 2024, lo que podría tener profundas implicaciones para el clima y la agricultura en regiones como Colombia. Según el último informe de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos (NOAA), existe un 85% de probabilidad de que El Niño concluya en junio, dando paso a un periodo de condiciones neutrales seguido por el establecimiento de La Niña.
“Estamos observando una transición significativa en los patrones de temperatura del océano Pacífico que podría desembocar en un fenómeno de La Niña hacia el tercer trimestre del año”, indicó un portavoz de NOAA. Esta transición es especialmente relevante para países como Colombia, donde El Niño ha contribuido a sequías severas y pérdidas agrícolas.
En Colombia, el impacto de El Niño ya se ha hecho sentir con intensidad. La variabilidad climática exacerbada por este fenómeno ha resultado en una de las temporadas de sequía más severas en años recientes, afectando extensas áreas de cultivo y exacerbando problemas de acceso al agua en varias regiones. Según reportes del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales de Colombia (IDEAM), el fenómeno ha causado estragos en sectores agrícolas clave, provocando una caída significativa en la producción de cultivos como el café y el plátano.
“La intensidad de este El Niño ha sido tal que hemos registrado pérdidas superiores a los cientos de millones de pesos en el sector agrícola”, comentó un funcionario del Ministerio de Agricultura de Colombia. “Ahora, con la potencial llegada de La Niña, nos preparamos para un cambio drástico que podría traer excesivas lluvias y sus propios desafíos.”
La anticipada fase de La Niña suele caracterizarse por temperaturas más frías de lo normal en el Pacífico ecuatorial, lo que puede alterar los patrones de precipitación global. Para Colombia, esto podría significar un aumento en las lluvias, lo que trae consigo el riesgo de inundaciones y deslizamientos de tierra, fenómenos que históricamente han tenido un impacto devastador en la infraestructura y en la vida de las personas.
Expertos en climatología advierten que aunque La Niña podría mitigar algunos de los efectos de la sequía, la transición de un extremo climático a otro exige una planificación cuidadosa y adaptativa por parte de las autoridades para minimizar los daños potenciales.
Este complejo escenario climático plantea importantes desafíos para Colombia, un país que ya enfrenta dificultades en la gestión de recursos hídricos y el impacto del cambio climático. La esperanza reside en la capacidad de las autoridades y comunidades para adaptarse y responder de manera efectiva a los cambiantes patrones climáticos que dicta la naturaleza.