El pasado 19 de abril, el Departamento Administrativo Nacional de Estadística – DANE, reveló las cifras correspondientes al Índice de Pobreza Multidimensional – IPM para el año 2023. La reducción de 0,8 puntos porcentuales, fue presentada por una parte de la opinión pública como un logro extraordinario, mientras otra parte de la población recibió con escepticismo estos resultados. Algo apenas normal, dado el nivel de crispación política que estamos viviendo en Colombia.
Sin embargo, la vorágine de la polarización no debe hacernos perder de vista lo que las cifras dadas por el DANE presentan para el departamento de Arauca. Así que mencionemos algunos de esos aspectos.
Como primer aspecto, tristemente toca subrayar que para nuestro territorio la pobreza multidimensional no se redujo, sino que contrario a la tendencia nacional, se tuvo un aumento de 0,2 puntos porcentuales entre 2022 y 2023, pasando de un valor de 22,6 a 22,8. Este cambio, que puede parecer un dato menor, en realidad indica que aproximadamente 200 hogares en el departamento de Arauca, pasaron a sufrir privaciones que los ubican dentro del rango de la pobreza multidimensional. Palabras más, palabras menos, son aproximadamente 500 nuevos pobres en nuestro territorio.
El detalle de los diferentes indicadores utilizados para construir el IPM, arroja básicamente tres aspectos que explican el resultado negativo. En primer lugar, las barreras de acceso a servicios de salud, que registra una desmejora considerable pasando de 0,2 a 4,5 en los dos últimos años medidos. Igualmente, el material inadecuado de los pisos de los hogares, dimensión que obtuvo un valor de 17,4, pero que es especialmente crítico en la zona rural, en donde aproximadamente uno de cada tres hogares sufren de esta privación. Por último, también se registró el aumento en el número de hogares que no cuentan con acceso a fuentes de agua mejorada, situación que afecta al 8,2% de los hogares, pero que de igual forma se presenta de manera predominante en los hogares rurales, con una cifra levemente superior al 10%.
Así mismo, hay aspectos positivos que vale la pena resaltar. La reducción de 4,1 puntos porcentuales en la privación por bajo logro educativo en el año 2023, es sin dudas el mayor logro alcanzado, marcando quizás la recuperación de un sistema educativo público que quedó postrado luego de las difíciles consecuencias de la pandemia y el recrudecimiento del conflicto armado. También se presentó una reducción de 4,7 puntos en el hacinamiento crítico, condición que no obstante sigue afectando al 10% de los hogares urbanos del departamento de Arauca.
Una primera lectura, quizás desprevenida y por supuesto abierta siempre al debate, marca la estrecha correlación que existe entre los altos niveles de pobreza y la ocupación desordenada de nuestro territorio. No se han encontrado soluciones concretas para llevar servicios básicos a una gran parte de las zonas rurales dispersas, al tiempo que tampoco se han logrado articular de forma armoniosa las dinámicas sociales, culturales, económicas y comunitarias en las zonas urbanas más densamente pobladas. El crecimiento demográfico y urbano sigue por fuera del radar de la agenda pública, mientras que parte importante de la población para poder sobrevivir, se ve impelida a recurrir a patrones de comportamiento que se sitúan entre la informalidad y la ilegalidad.
Queda entonces para los gobierno locales, la ingente tarea de analizar las precarias condiciones de vida que arroja el IPM. Siendo urgente que de dicho análisis, salgan soluciones concretas con impacto en las futuras mediciones de este índice. Sigue pasando el tiempo y las oportunidades de transformación de nuestro departamento continúan desvaneciéndose, no se puede seguir haciendo la vista a un lado frente a la tragedia humanitaria que esta ocurriendo en Arauca.
P.h.D. Eduardo Andrés Botero Cedeño – Economista