Desde las ocho de la noche del domingo hasta el lunes en la mañana las plataformas electrónicas de todos los bancos en Venezuela estuvieron en mantenimiento, programando la supresión de los cinco ceros a la moneda para la entrada en vigencia del nuevo ‘bolívar soberano’.
Así, las primeras reacciones fueron consultar los saldos en la cuenta a través de internet o cajeros para ver “cuántos soberanos” quedaron en los bolsillos. Poco a poco, casi todos los bancos del país ya habían hecho el cambio.
Ahora faltará saber cómo responderán los precios a ese ajuste, que vino acompañado de un nuevo esquema de medidas económicas con las que el régimen de Nicolás Maduro aumentó más de 3.400 por ciento el salario mínimo –de cinco millones a 180 millones de bolívares viejos o 1.800 ‘soberanos’– y ancló el valor del dólar al petro, que, según el plan “diseñado personalmente” por el mandatario, tendrá el mismo valor que un barril de petróleo.
Este lunes fue muy poco lo que pudo verse de los efectos del nuevo cono monetario, pues el día había sido decretado como feriado por el Gobierno. Entre la confusión de los ceros suprimidos y los anuncios, el día de descanso fue asumido por casi todos los comercios y establecimientos del país como si fuera un primero de enero. De nuevo, como el fin de semana, en los pocos expendios de comida y medicinas que abrieron sus puertas se vieron largas filas de personas tratando de adquirir productos ante la expectativa de que ocurra un subidón de precios.
La expectativa no es infundada, puesto que el aumento del salario mínimo tiene un efecto inmediato sobre los precios, en vista de que el aumento es la forma clásica de productores, empresarios e industrias de reponer los costos de elaboración y los comerciantes, sus costos de reposición de mercancía.
Sin embargo, una revisión fugaz sobre los precios en mercados como el Central Madeirense, Excelsior Gama y Unicasa –de las cadenas que abrieron sus puertas– no mostraban una aumento exponencial de los precios con respecto al viernes, pero sí un aumento que concuerda con el ritmo que marca la hiperinflación en los últimos días. Así, mientras un kilo de queso amarillo costaba 25 millones de bolívares el viernes, amaneció el lunes en 27 millones viejos o 270 bolívares soberanos.
Es posible que el subidón no sea tan inmediato como se esperaba, pues el presidente Maduro, acompañado de la vicepresidenta Delcy Rodríguez, difundieron una especie de video casero a través de Facebook Live, el domingo a las nueve de la noche, anunciando que el aumento del salario entrará en vigencia a partir del primero de septiembre y no a partir del viernes, como lo había dicho.
Los funcionarios repitieron que ayudarán a las pequeñas y medianas empresas a pagar el nuevo salario mínimo deslizando un nuevo detalle: lo pagarán individualmente a los trabajadores que hagan la solicitud formalmente y que tengan el carné de la patria.
Otro detalle esclarecedor sobre las medidas anunciadas el viernes vino a través de la Gaceta Oficial. Mientras el mandatario anunció el aumento del Impuesto al Valor Agregado (IVA) de 12 a 16 por ciento para los bienes de consumo suntuario, en el documento oficial se afirma que la decisión abarca a todos los bienes. Las estaciones de gasolina, por su parte, vendían combustible al mismo precio y en bolívares viejos.
“Hasta ahora no han reprogramado las máquinas, ni para cambiarles el precio ni para arreglarlas con los soberanos”, dijo a EL TIEMPO el bombero de una concurrida estación de tanqueo en el sector de las Mercedes.
En rechazo a las medidas anunciadas en pleno proceso de reconversión monetaria, los partidos políticos de la oposición llamaron a un paro nacional de 24 horas a ejecutarse este martes. Sin embargo, cayó como un vaso de agua fría la decisión de la principal patronal empresarial privada del país, Fedecámaras, de no llamar a sus agremiados a sumarse a la paralización.
“Hay suficientes razones para reclamar, pero Fedecámaras no está participando ni convocando a un paro patronal. Eso es decisión de los ciudadanos”, afirmó su presidente Carlos Larrazábal.
El Frente Amplio de la oposición, el nuevo nombre de la extinta Mesa de la Unidad Democrática, manifestó este lunes que el paro podría ser el primer paso de una escalada conflictiva que puede derivar en una huelga general. Sin embargo, no adelantaron cómo podría llevarse a cabo este paso, solo destacaron que requiere un “mayor nivel de organización”. En respuesta, el oficialismo también llamó a sus seguidores a la calle en apoyo a las medidas del mandatario.
Este llamado no es la primera medida tomada por el Gobierno para demostrar fuerza y endulzar la entrada en vigencia del ‘paquetazo’. Antes de cualquier reclamo opositor, el régimen adelantó que desde este lunes está pagando a los tenedores del carné de la patria un ‘bono de reconversión’ de 600 bolívares soberanos y que muchas personas aprecian como un apoyo del Gobierno para paliar la hiperinflación.
Fuente : EL TIEMPO