Respecto a la economía araucana, existen una serie de mitos o prejuicios que es necesario poner en tela de juicio: por un lado, están quienes siguen reduciendo todo a la actividad petrolera, por otra parte, están quienes limitan las posibilidades y las apuestas a futuro, al sector primarios. En ambos casos, se trata de ideas parcialmente ciertas, y por consiguiente discutibles.
En la presente columna, vamos a tratar de hacer una radiografía un poco más profunda. Empecemos.
Los datos proyectados para el año 2022 -a precios corrientes-, establecen un tamaño de la economía del departamento araucano, superior a los 8.8 billones de pesos. En línea con los mitos o prejuicios mencionados anteriormente, se destaca que el 67,38% del total de la producción se explican por los sectores agrícolas (22,92%) y explotación de minas y canteras (44,45%). No obstante, dadas las cifras de crecimiento sectorial, es posible advertir que la concentración en estos dos sectores persiste más por el peso de la historia del territorio, puesto que las dinámicas que actualmente impulsan las decisiones de inversión, producción y consumo parecen priorizar sectores emergentes.
Los registros históricos de crecimiento -dados a precios constantes-, develan que entre 2005 y 2022 el Producto Interno Bruto – PIB del departamento de Arauca, se contrajo en un 5% aproximadamente. Esto se explica, básicamente, por una caída del 49,1% de la industria extractiva. Sin embargo, más allá de este pobre comportamiento, la intención es llamar la atención sobre el crecimiento sostenido de las actividades relacionadas con los sectores comerciales y de servicios, que en conjunto registraron un crecimiento del 70,26% en el periodo 2005 – 2022, con aumentos significativos en las actividades artísticas, de entretenimiento y recreación (163%), las actividades financieras y de seguros (132%), y las actividades de información comunicaciones (118%).
Una interpretación válida para estos datos, remite a una conclusión que ha sido reiterativa en anteriores columnas: el proceso de concentración poblacional en las zonas urbanas, acelerado en las últimas décadas, ha transformado profundamente las estructuras económicas, sociales, culturales y políticas del territorio. En otras palabras, es indispensable considerar la condición dual de nuestra economía, con una producción importante en el campo, pero con un mayor dinamismo laboral en las ciudades.
Dos ilustraciones nos permitirán reforzar la idea anterior. La primera de ellas, nos muestra el crecimiento sostenido del denominado sector terciario (comercio y servicios) en todos los municipios, especialmente en los que cuentan con mayor población, en una variación que supera los 1.33 billones de pesos. Así mismo, los datos del mercado laboral, lamentablemente solo disponibles para el municipio capital, y registrados hasta el año 2021, ponen en evidencia que la mayoría de la ocupación se propicia en estas actividades predominantemente urbanas.
Gráfico 1. Valor agregado sector terciario municipios del departamento de Arauca (valor en miles de millones)
Gráfico 2. Ocupación por rama de actividad municipio de Arauca (valor en miles de personas)
Los datos aquí reseñados, así como algunos otros que se pueden consultar en las fuentes oficiales, permiten plantear algunos puntos importantes para el debate público en el territorio:
- En primer lugar, es menester hacer un estudio mucho más detallado de las dinámicas de los sectores históricamente tradicionales, esto, entendiendo que si bien tienen un peso muy importante en el agregado de la producción, su crecimiento ha sido inferior al de otros sectores “emergentes” y su impacto en el empleo es llamativamente bajo.
- Bajo la noción de una economía cada vez más “urbanizada”, quizás sea pertinente discutir las denominadas apuestas productivas del territorio, y plantear la consolidación de clústeres o cadenas productivas eminentemente urbanas, que se orienten a consolidar economías de escala y a organizar los impactos urbanísticos de actividades económicas de alto impacto.
- Como tercer y último punto, queda pasar por la pena de quizás ser en exceso reiterativos, y hacer nuevamente un llamado para que las instituciones públicas asuman el desafío de adelantar una verdadera caracterización productiva y laboral de los diferentes municipios, con el objetivo primordial de consolidar información adicional que lenta, pero consistentemente, permita ir eliminando esos mitos o prejuicios que han terminado limitando las posibilidades de innovación en las políticas públicas dentro del departamento de Arauca.
Como siempre en esta columna, el deseo de esta breve reseña es sumar a un debate que nos compete a todos y que, dados los críticos tiempos que vivimos, no brinda más espera.
P.h.D. Eduardo Andrés Botero Cedeño – Economista