En la Plazoleta de la Alcaldía de Arauca no solo se exhiben libros y se declaman versos: se reafirma, día a día, una voluntad profunda de resistir desde la palabra. Con la VI Feria Internacional del Libro de Arauca – FINLIAR 2025 y el III Encuentro Poético Luna de Arauca, la ciudad se transforma esta semana en un centro cultural abierto, diverso y comprometido con la paz, la lectura y el pensamiento.
El evento, que se extiende hasta el domingo 25 de mayo, es impulsado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes y respaldado con firmeza por la Alcaldía de Arauca, en cabeza del alcalde Juan Qüenza y la gestora social Stephany Ortíz. Su realización no ha sido un logro menor en un departamento que continúa enfrentando retos estructurales y en el que la cultura, más que un privilegio, es una herramienta vital de desarrollo.
La feria no solo ha reunido a escritores, libreros, artistas y gestores, sino que ha logrado abrir espacios significativos para el debate, la reflexión y la sensibilidad. Entre las actividades más destacadas hasta la fecha, se encuentran los conversatorios liderados por la Fundación Corocoras, organización que ha puesto sobre la mesa temas clave para el presente y el futuro de la región.
Uno de ellos, “La conservación del medio ambiente llanero”, contó con la participación de Yony Cornelio Díaz y Alexandra Morales, con moderación de Gloria Patricia Vergara. Otro, titulado “La fauna y la flora araucana. Sus cambios en la historia, descuidos y cuidados”, reunió al biólogo Fernando Anzola y la experta Zamara Rodríguez. Ambos encuentros ofrecieron una mirada profunda sobre la relación entre cultura, territorio y sostenibilidad, dejando claro que en Arauca no se puede hablar de identidad sin hablar de naturaleza.
Asimismo, el sábado 24 será relanzado Tame, un canto de agua, del profesor Eddy Cristiano, en un espacio que promete conjugar investigación, memoria y defensa del agua como fuente de vida y relato común del piedemonte araucano.
La feria también ha sido escenario de voces femeninas destacadas. En el conversatorio “La mujer, el arte, la vida y el todo”, moderado por Alexandra D’Alleman, las escritoras Pilar Lozano y Martha Fajardo abordaron desde sus experiencias la creación literaria, los vínculos con el territorio y la persistencia de las mujeres como sujetas de palabra en medio de las tensiones sociales.
Este viernes por la noche, el Auditorio Trino Torres se prepara para recibir a una de las figuras más queridas y emblemáticas de la cultura llanera: el maestro Pedro Antonio Parales Ramírez, quien será homenajeado por su extensa trayectoria como poeta, compositor y gestor cultural. Fundador del Festival La Luciérnaga y autor de obras como El cofre de las tradiciones llaneras, su voz ha sido clave para preservar el folclor y la identidad del llano colombo-venezolano. Reconocerlo hoy, en su tierra, es también reconocer el valor de quienes han sembrado la cultura sin esperar aplausos.
A pesar de las limitaciones logísticas y presupuestales que suelen marcar la gestión cultural en regiones periféricas, FINLIAR y el Encuentro Poético Luna de Arauca han demostrado que con voluntad, articulación y sentido del territorio es posible hacer de la cultura un bien común, un espacio de reconciliación, y una apuesta real por el futuro.
A este esfuerzo colectivo por la cultura se suma el compromiso de Meridiano70, que ha acompañado cada jornada con transmisiones en vivo a través de su señal radial y plataformas digitales. Gracias a este despliegue comunicativo, las actividades del evento han trascendido los límites físicos de la plazoleta y el auditorio, permitiendo que comunidades rurales, oyentes habituales y nuevos públicos se conecten con las voces, las ideas y las historias que se están contando en FINLIAR y el Encuentro Poético. En un territorio donde el acceso a la cultura sigue siendo desigual, el trabajo de Meridiano70 ha sido clave para hacer de esta feria no solo un evento local, sino un acontecimiento cultural de alcance regional.
Arauca sigue escribiendo. Y con cada página que se abre, con cada verso que se recita, con cada historia que se comparte, se consolida una certeza: el libro, la poesía y la palabra también son formas de resistencia. Y en esta esquina del país, siguen teniendo quien los defienda.