El retrato de monseñor Jesús Emilio Jaramillo reposa desde hace varios años en el Concejo de Santo Domingo, municipio del noreste antioqueño. El marco viejo y el color un poco desteñido dan cuenta del paso del tiempo.
En el lado izquierdo del pecho, una marca que dañó el lienzo recuerda los estragos del conflicto armado en el pueblo. Cuentan que en una toma de un grupo armado, una bala cruzó una ventana de madera del Concejo, el hoyo aún está allí, y fue a dar directo al cuadro del sacerdote, quien fue canonizado el pasado 8 de septiembre por el papa Francisco, en Villavicencio.
Los habitantes no recuerdan cuándo ocurrió aquel disparo ni si fueron las guerrillas o los paramilitares. Mucho menos si la bala entró antes o después de la muerte de monseñor, quien fue asesinado por el Eln, el 2 de octubre de 1989, mientras cumplía su misión evangelizadora en Arauca. Pero consideran que es una coincidencia milagrosa, una señal divina.
Para este pueblo que conserva sus costumbres católicas, Jesús Emilio Jaramillo empieza a cobrar un significado diferente ahora que es otro de los beatos colombianos. En Santo Domingo, municipio de calles empinadas y bellos paisajes, nació el sacerdote, en 1916. Allí, en una de las esquinas permanece una casa blanca, el lugar donde creció y pasó su infancia y parte de su adolescencia, antes de salir hacia el seminario para cumplir su vocación de sacerdote.
Al frente, solo a unos pasos, también se conserva la vivienda de otro cura de gran importancia para los habitantes, que celebraron este año el centenario de su natalicio: monseñor Gerardo Valencia Cano, recordado por su labor social y la cercanía con los más pobres del país.
En ambas casas también se preservan desde hace muchos años las placas que indican que allí nacieron los personajes ilustres, que se suman al escritor Tomás Carrasquilla.
Más allá de las viviendas que todos conocen, monseñor Jaramillo había quedado en una especie de olvido. “Hay conciencia de que es hijo de este pueblo, pero hoy queda todo un camino por recorrer, en el que se resalten su persona y sus virtudes. Va a ser un referente vital a partir de la beatificación”, expresó el padre Jairo Sierra, párroco de Santo Domingo, quien añadió que se trabaja con la comunidad para que comprendan la importancia del sacerdote y el significado de la entrega a su labor, esa que lo llevó a morir a manos del Eln y que hoy le concede el título de mártir profeta de paz.
Hay conciencia de que es hijo de este pueblo, pero hoy queda todo un camino por recorrer
Y así quieren que sea asumido en Santo Domingo, donde reposarán partes de sus reliquias. Según aseguró el padre Sierra, la Iglesia autorizó que tras la exhumación del cuerpo de Jaramillo, el pasado agosto, una partecita de él fuera enviada al municipio antioqueño, pues sus restos se preservan en la catedral de Santa Bárbara, de Arauca, lugar donde también lo veneran.
En ese camino que sigue para Santo Domingo, de darle a su beato el valor que se merece, ya están pensando en fomentar el turismo religioso y convertirlo en un lugar de peregrinación, como lo es Jericó (suroeste antioqueño), cuna de la santa madre Laura.
El próximo 17 de septiembre, se realizará la misa de acción de gracias por el beato Jaramillo. En ella, se espera que todos los habitantes acojan ese hecho histórico para su comunidad. Ya, durante la celebración de la antioqueñidad, en agosto, se hizo un desfile con una silleta en honor al sacerdote, flores adornaron su imagen, que hoy se guarda en la capilla.
Asimismo, una delegación de unas 15 personas viajó a Villavicencio para asistir a la beatificación de monseñor. Con distintivos y pendones, la representación de Santo Domingo manifestó su alegría por ser la cuna de un beato colombiano. Una de las integrantes del grupo es Jessica Correa, secretaria del Concejo, quien considera que el acontecimiento abre muchas puertas, oportunidades y retos para el municipio. El objetivo es que se le siga considerando un lugar apacible, costumbrista y apegado a la fe.
María Edilma Bermúdez, quien también fue a Villavicencio, dijo que la beatificación es el punto de partida para que una gran cantidad de imágenes religiosas antiguas y de gran valor histórico den paso a la creación de un museo de fe. “La obra de Jesús Emilio Jaramillo nos reafirma que todos debemos ser actores del cambio, como él lo hizo, para construir un nuevo y mejor país”, manifestó la mujer.
Recuerdos del nuevo beato los tienen muy claros Martha Elena Jaramillo, su prima segunda, y Nelly Orrego, una habitante del municipio. La primera, a sus 71 años, todavía rememora cuando a sus 17 fue madrina en el matrimonio de su hermano con la única hermana de monseñor.
Martha Elena habló de lo cercanos que se convirtieron y cómo lo recibían con los brazos abiertos cada vez que llegaba a Medellín, tras cumplir alguna de sus misiones. “Él era muy amable, muy amante de los pobres, sobre todo de los indígenas. Su muerte nos causó mucha tristeza, porque lo martirizaron mucho y su beatificación es un motivo de enorme alegría”, agregó.
Por su parte, Nelly, de 53 años, describió que luego de su muerte el pueblo sufrió un gran dolor y que se realizaron varias eucaristías en su memoria. Hoy, relató, para muchos habitantes su beatificación es sinónimo de orgullo. “Cuando él falleció, hicimos chances con la fecha. Supongo que ahora vamos a hacer lo mismo con la fecha de la beatificación, además, va a aumentar mucho la fe”, dijo.
Santo Domingo es un municipio que preserva sus creencias costumbristas y católicas. Hoy quiere fortalecer el turismo religioso y la peregrinación.
Fuente: El Tiempo.