Hasta aquí pudo haber llegado la ‘luna de miel’ entre el presidente Juan Manuel Santos y su ex vicepresidente Germán Vargas Lleras.
Su alianza política comenzó desde el 2010, cuando Vargas ayudó a Santos a su primera elección. Luego Vargas fue ministro del Interior y ministro de Vivienda en su primer cuatrienio (2010-2014). En 2014 fue elegido Vicepresidente, cargo en el que estuvo hasta marzo pasado.
La crisis entre los dos líderes, gestada durante ya varios meses, estalló el lunes por cuenta de la radical oposición de Vargas Lleras contra la justicia para la paz, asunto que Santos considera indispensable para el éxito del acuerdo con las Farc, su principal obra de gobierno.
Advertido de que Cambio Radical, el partido de Vargas, no votaría dicho proyecto en primer debate, Santos hizo saber el lunes desde la Casa de Nariño que “quien no apoye mi principal programa de gobierno (el proceso de paz con las Farc) no puede estar en mi gobierno”.
En tono enfático, como nunca lo había hecho, Santos advirtió que “no es una amenaza, ni un chantaje”, sino que de manera categórica, quien estando en el gobierno, no apoye ese tema, no puede estar en su equipo.
La confesión se la hizo Santos a cerca de 30 congresistas que fueron a almorzar con él en Palacio poco antes de comenzar a votar la iniciativa en el Capitolio.
Las palabras de Santos fueron confirmadas por congresistas como Juan Manuel Galán (liberal), y Armando Benedetti y Albeiro Vanegas, de ‘la U’, quienes asistieron al encuentro.
Aunque el Presidente nunca mencionó ni a Vargas ni a Cambio Radical, todos los que estaban a manteles entendieron que Santos estaba hablando sobre el partido del ex vicepresidente. Y de Vargas Lleras, por supuesto.
Solo Cambio Radical, la semana pasada, en una declaración pública, dijo de manera pública que no votaría la ley de la justicia para la paz.
No obstante, fuentes cercanas al gobierno le dijeron a EL TIEMPO que el mensaje de Santos también podía estar dirigido, además de Cambio Radical, a congresistas de otros partidos que, aunque están en el gobierno, “estaban preparando maletas”.
El mensaje de Santos entonces va más allá, va para todos: quien no sea solidario con su gobierno no puede estar en él.
Planteado el choque
Pero la crisis se agravó en la noche del lunes tras conocerse que Vargas Lleras, quien se encuentra en Europa, dio instrucciones precisas a su bancada de “no transigir en los principios”.
“En Cambio Radical no negociamos nuestros principios y posiciones claramente argumentadas, pensando siempre en el interés general de todos los colombianos”, hizo saber el director del partido de Vargas Lleras, Jorge Enrique Vélez.
Al mismo tiempo, en su declaración, Vélez manifestó que Cambio Radical se declara “respetuoso del fuero presidencial”. Como quien dice: proceda.
Otras fuentes de Cambio Radical cercanas al ex vicepresidente le dijeron en la noche del lunes a EL TIEMPO que la posición de Vargas es la misma que el partido hizo conocer en su declaración.
Horas antes de que Santos hiciera la advertencia en Palacio a los 30 congresistas ya había hablado con otras personas cercanas suyas y les había dicho que no está dispuesto a seguir soportando la doble posición de Cambio Radical de estar y no estar.
La manifestación del lunes es la más dura que Santos ha hecho en mucho tiempo contra uno de los aliados de su gobierno. Probablemente es la única en ese tono.
Vargas Lleras no ha sido defensor del proceso de paz, por el contrario ha hecho sistemáticos reparos al mismo, pero Santos no había utilizado el tono del lunes.
Vargas, sin reverso
Esta crisis entre Santos y Vargas Lleras parece no plantear posibilidades de retorno, pues los reparos del ex vicepresidente no solo tienen que ver con el trámite de la ley que reglamenta la justicia para la paz, sino que apuntan de manera más contundente a la manera como fue conformado el tribunal especial especial para la paz.
Vargas cree que muchos miembros del tribunal son abiertamente de “izquierda”, que “no ofrecen garantías”, que en muchos casos son “allegados a las Farc” y teme que esta jurisdicción sea utilizada por la exguerrilla para cobrar cuentas políticas a sus eternos contradictores y a los empresarios con la excusa de que financiaron la guerra.
“Con contadas excepciones la mayoría de los recién nombrados magistrados, tienen una clara tendencia política que de entrada no genera ninguna clase de garantías para la sociedad civil por el claro prejuzgamiento que tienen sobre las acciones ocurridas en relación con el conflicto interno armado (…) El Tribunal Especial de Paz no puede convertirse en una herramienta para vincular a terceros que no han hecho parte de los grupos armados al margen de la ley”, reza la declaración de Cambio Radical revelada la semana pasada y que refleja fielmente los temores de Vargas sobre la justicia para la paz.
El ex vicepresidente teme que las Farc “utilicen la justicia para lograr objetivos que no consiguieron por la vía de las armas ni conseguirían por intermedio de la política”.
Con su equipo más cercano el candidato presidencial hizo un análisis de cada uno de los miembros del tribunal de la justicia para la paz que Santos dio a conocer la semana pasada en la Casa de Nariño y encontró que su presencia administrando justicia “representan un gran riesgo para la institucionalidad del país”.
Consecuencias
Las consecuencias más graves de una ruptura entre Santos y Vargas no es la posible salida de dos ministros de Cambio Radical del gabinete (el de Vivienda, Jaime Pumarejo y el de Ambiente, Luis Gilberto Murillo), cuota que el ex vicepresidente ya desestima.
Una repercusión inmediata de la ruptura entre el Presidente y su ex vicepresidente sería el aumento de la polarización política.
Este hecho, además, podría cambiar por completo el panorama para las elecciones presidenciales de 2018.
Hasta ahora Vargas era visto como el candidato de las preferencias de Santos, pero si se da la ruptura, no tendrá su apoyo, que podría ser también a lo que juega.
El pasado jueves el expresidente César Gaviria, ahora jefe del Partido Liberal, se quejó públicamente de que Santos se había inclinado sus afectos hacia el candidato Vargas.
Un quiebre en la relación Santos Vargas Lleras podría inclinar la balanza del Presidente por un candidato presidencial que surja de la coalición entre los liberales y ‘la U’, que sería el que la consulta liberal elija en noviembre próximo.
Los liberales y ‘la U’ son los más abiertos defensores del proceso de paz, y a esta alianza podrían llegar nuevos refuerzos como el de la ex ministra Clara López.
Vargas podría quedarse con el respaldo de algunos conservadores y también miembros de ‘la U’.
Aunque no hay razones para hablar de una posible alianza entre Vargas y el expresidente Álvaro Uribe, los dos sí quedan en el mismo escenario de opositores radicales a la ley que reglamenta la justicia transicional y la conformación del tribunal para la paz. Es un tema que los deja en el mismo cuadrilátero contra Santos y contra algunos asuntos del acuerdo de paz con las Farc.