El día de María Auxiliadora, la Virgen Santísima recibió a Sor Carmen Cáceres, la hermana Vicentina que entregó su alma al creador a la edad de 76 años. La Uvita- Boyacá la vio nacer en 1940 y el crepúsculo matutino de su amada Arauca la dejó partir este 24 de mayo.
Durante su vida, dio testimonio permanente de su amor a Dios y el servicio a los pobres. “Debemos estar del lado del más necesitado, debemos acompañar al hermano que necesita sanar su alma y su cuerpo” nos decía en la catequesis del sábado, recuerda una de sus exalumnas.
Sor Carmen Cáceres, la hermana Vicentina pequeña y delgada físicamente era dueña de un corazón llenó de solidaridad y amor por los pobres. Llegó a Arauca en la inauguración de los años 70, sus exalumnas la recuerdan como “Sor Martha” alegre, gentil, dedicada, solidaria y una encantadora dulzura, conquisto el corazón de las discípulas llanera que en aquella época no comprendieron su traslado a otro lugar del país.
La ausencia fue por poco tiempo. En 1975 retornó a Arauca, su tierra consagrada con el objetivo de fundar el Voluntariado Juvenil Vicentino y constituir el voluntariado de servicio y acompañamiento a los reclusos de la cárcel de Arauca; El Voluntariado Juvenil lo nutrió de dinámicas estudiantes de la Normal a quienes les inculcó “el servicio a los pobres con amor y ternura”, a su equipo de trabajo en pro de los internos de la cárcel les enseño a servir sin juzgar a nadie, evangelizar con amor y con ejemplo, “nuestra misión es salvar almas y sanar heridas” instruía previamente a la visita del sábado.
Sor Carmen seguía de cerca a sus exalumnos, ponderaba las buenas actuaciones pero no disimulaba una crítica oportuna, “Normalista se es por siempre y la mejor enseñanza es con el ejemplo” asentía. Estaba orgullosa de sus discípulos Carlos Alberto Hurtado Zocadagui y Nicolás Valencia a quienes secundó en su vocación espiritual.
Su frágil figura recorrió miles de veces las calles polvorientas de la capital de la entonces Intendencia de Arauca y ahora, las pavimentadas de la capital del departamento, siempre en búsqueda de la solidaridad para las desprotegidos, los necesitados, los pobres de la tierra que amo y sirvió desinteresadamente.
Sor Carmen,humilde, amable, compasiva y persistente, no se dejó vencer por la enfermedad y el dolor, la muerte la sorprendió cuando lideraba la construcción de la Capilla de San Vicente en el barrio Brisas del llano.
Cumpliendo los deseos de Sor Carmen , la comunidad Vicentina ha dispuesto sus honras fúnebres y Cristiana Sepultura en Arauca. Hoy su cuerpo estará en cámara ardiente en el aula máxima de La Escuela Normal Superior María Inmaculada, donde desarrollo su trabajo de educadora
Sor Carmen Caceres Caceres, deja a su Arauca un legado de fervor por Jesús nuestro señor y María Santísima.