La parálisis de la estructura económica y social que soporta el tren de vida contemporáneo, se refleja, principalmente, en problemas que amenazan con convertirse en la pandemia a combatir durante los próximos meses: la pobreza y el desempleo. A lo largo del mundo, empiezan a registrarse estadísticas que dan cuenta de las consecuencias directas de los aislamientos sociales que se han decretado a raíz de la pandemia originada por el nuevo coronavirus.
Caídas de la producción del 6,8% en China, 5,8% en Francia, 5,2% en España, 4,8% en Estados Unidos, 4,7% en Italia, 3,8% en toda la Unión Europea, para citar algunas de las economías más importantes del mundo, vienen acompañadas de un crecimiento inusitado del desempleo. Solamente en Estados Unidos, el país con más infectados y fallecidos del mundo, más de 30 millones de personas han perdido sus puestos de trabajo, mientras que en España e Italia, los países europeos más afectados por la pandemia, la tasa de desocupación en el primer trimestre del año se ubica en el 8,2% y 8,4% respectivamente. Son, sin dudas, cifras y datos que dan cuenta de una situación de recesión que, inexorablemente, en el corto y mediano plazo constituirá el escenario predominante en el mundo.
Colombia por supuesto no es la excepción en esta realidad. Para el país se proyecta un crecimiento negativo de entre el 2% y el 4%, mientras que para finales del año 2020 se avizora una tasa desempleo -que a marzo se ubicó en el 12,6%- superior al 20%. Son cifras que no se han visto desde hace 20 años, cuando una crisis financiera internacional repercutió en la implosión de los prestamos UPAC. En términos generales, se prevé en el país una crisis que terminará ahondando las problemáticas de pobreza, indigencia y descomposición social.
Es evidente que el diagnóstico nacional e internacional no es para nada halagüeño, pero se podría recalcar que por lo menos existen unas cifras que permiten sustentar las decisiones. Caso contrario a lo que ocurre en territorios como el departamento de Arauca, los cuales carecen de información periódica y detallada. En estos territorios, la situación, además de preocupante por las consecuencias económicas, sociales, políticas y culturales que conlleva la crisis derivada de la pandemia, conlleva implícita la incertidumbre de la toma de decisiones de política pública. En esta condición, los gobiernos territoriales terminan dando “palos de ciego”, viéndose obligados a apostar por unos cursos de acción cuyos impactos son difíciles de medir, y que en algunas ocasiones terminan por generar mayores inconvenientes.
No contar con información estadística actualizada es un rezago imperdonable en pleno siglo XXI. El precio de tomar decisiones con datos que brindan una radiografía de un año atrás resulta muy oneroso, pues impide realizar un seguimiento a la efectividad de las decisiones tomadas. No poder contar con información construida en contexto, impide, de igual forma, delinear políticas de enfoque diferencial que tengan en cuenta las condiciones subregionales, las necesidades de grupos de interés especialmente vulnerables, y la intención de transformar dinámicas específicas que limitan el desarrollo.
En este sentido, no es exagerado afirmar que en territorios históricamente rezagados como el departamento de Arauca, el primer reto que debe asumirse para enfrentar la enorme crisis generada por la pandemia, es la construcción de información metodológicamente confiable y periódicamente consistente. Es hora de que el Gobierno Nacional fortalezca la oficina territorial del Departamento Administrativo Nacional de Estadística – DANE, garantizando que sus mediciones cubran todo el territorio; es también momento para que los gobiernos locales creen sus propios observatorios económicos y sociales adscritos a las secretarías de planeación, consolidando equipos técnicos capaces de generar e interpretar información especializada; es el escenario ideal, para revivir el Observatorio Regional del Mercado de Trabajo de Arauca, dándole el impulso suficiente para describir la realidad del mundo laboral en el departamento.
¡Se trata de medidas que no admiten esperas! Nuestros gobernantes, deben comprender que las medidas asistencialistas tomadas son importantes, pero totalmente insuficientes si pretendemos salir fortalecidos de la crisis. Los gobiernos locales, deben tomar consciencia de lo peligroso que resulta “dar palos de ciego” y tomar decisiones sin ningún tipo de soporte más allá de sus prejuicios y creencias. Lo lógico, inteligente y responsable en este momento, es consolidar todo un conjunto de espacios técnicos para la generación y la interpretación de información relevante para tomar las mejores decisiones.
Esta en manos de quienes hacen las políticas públicas, aprovechar la actual coyuntura como un punto de quiebre para el territorio. Para lograrlo, la información es el insumo fundamental.
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