Sorprende mucho la paradoja en la que se convierte convencerse de las capacidades de un político a partir de la seducción de sus ideas, y al mismo tiempo de su habilidad para ocultar el verdadero propósito de ellas, y esta misma paradoja se extiende hacia el hecho de lograr entender cómo aquellos quienes lo conocen íntimamente se postran en el lado opuesto de aquellos que aún no tienen ni idea de todas las razones por las que sus más cercanos amigos se han alejado para siempre de él.
Algunos podrían hablar de la supremacía de las ideas, más allá de las capacidades de aquel que propone realizarlas, porque las ideas son eso, son el motor de iniciativas que pretenden ejecutar una acción bajo la hoy emotiva expresión del “cambio”. La estructuración de las ideas se basa en los hechos fácticos de hacerlas posibles, realizables o al menos considerables desde la formulación de su hipótesis. De allí el poder de lo desconocido, de lo que implica el reto de revelarlo como verdad o mentira, y de esto nos referiremos más adelante, porque ante los acontecimientos del país y la crítica situación de la economía mundial es pertinente polarizar la percepción de lo posible e imposible, de lo probable e improbable, de lo cierto e incierto, hoy debe ser blanco o negro, y no podemos permitirnos grises que nos consuman en lo etéreo, seducidos por una esperanza maquillada para conducirnos a un abismo y que otros con conocimiento de causa tienen hoy la certeza de que ese no es el camino.
Y mucho tiene que ver con la persona, con lo que ella es y representa, con quién está rodeada, de lo que ha sido su historia, de sus capacidades y sus incapacidades, cosa que muy poco observamos porque prevalece siempre el principio de la buena fe y de la presunción de que cada quien ostenta las calidades de “ser” para poder “ejercer”; y todo esto a la final se convierte en referentes de validación para calificar de manera suficiente al tal vez no cualificado… ¿se entiende?. Finalmente esto también resulta ser una paradoja porque lo que estamos a punto de hacer es precisamente eso, calificar al más competente para este momento de la historia del país, y esta campaña presidencial es precisamente el proceso de evaluación de los candidatos para concluir con su elección. Y es esta la otra razón que nos determina el poder del voto, sobre la expresión “concluir”, porque si bien se concluye la etapa electoral que incluso se convierte en el inicio o el fin de algo, es decir, con esta elección no sabemos con los resultados que se obtengan si vamos a terminar con una senda de crecimiento y desarrollo que considera el hecho de que aún falta mucho por hacer en materia de pobreza y competitividad, o iniciamos un periodo de oscurantismo que está precedido por un historial de sucesos y actitudes que en el pasado han perfilado a uno de los candidatos como una persona que no considera el valor de los aliados en función de los propósitos políticos superiores como el de defender las ideas, sino en función de lo que convenientemente a él le parece o no, es decir, tal vez nos encontremos en camino hacia el totalitarismo que indistintamente de su origen despierta en el electorado la sensación de tener el poder para permitirse a sí mismo perderlo, un auto saboteo, lleno de falacias, malos cálculos, y el sueño cumplido de la tan anhelada utopía, pero eso sí, ganada a “las patadas”, otros la llaman la aplicación de los métodos estratégicos del marketing, a su vez, lo que estos mismos sectores llamaban en su momento el neoliberalismo salvaje. El uso de las mismas tácticas, dicen otros.
“Perder es cuestión de método”, como el libro, como la película colombiana que retrata la crisis social que devela un crimen investigando otro, no sabemos qué va a pasar, solo lo sabremos cuando pase, y la obviedad es pertinente en este caso porque a pesar de los antecedentes de un lado u otro compramos esperanza al mejor postor, porque es lo que el consenso cree que es lo que necesita, y volvemos a caer en otra paradoja, la de si se vota por el menos malo, y ahí nos vuelven a confundir para encontrar el eventual triunfo. Y aquí cambiamos el nombre de la película por: “Todo es cuestión de método”, porque no hay nada más ruin para una sociedad que la forma en que sus gobernantes llegan al poder, y en este caso la campaña se concentró en la validación de la forma y las estrategias en las que se vende la imagen de los candidatos, y muy poco se habla de las probabilidades de sus propuestas, de los “ajustes” al sistema político y los “cambios” que pregonan en pro de los más desfavorecidos.
Ya habíamos mencionado algo sobre la verdad y la mentira, y para no profundizar sobre ello, es propicio tomar de referencia la vieja leyenda construida alrededor de la pintura al óleo (1896) del artista francés Jean-León Gérôme, La verdad que sale del pozo con su látigo para castigar a la humanidad (La Vérité sortant du puits armée de son martinet pour châtier l’humanité) o más conocida como “La verdad saliendo del pozo”. Nos permitimos transcribirla:
“Cuenta la leyenda, que un día la verdad y la mentira se cruzaron.
-Buen día- dijo la mentira.
-Buenos días- contestó la verdad.
-Hermoso día- dijo la mentira.
Entonces la verdad se asomó para ver si era cierto. Lo era.
-Hermoso día – dijo entonces la verdad.
-Aún más hermoso está el lago- dijo la mentira.
Entonces la verdad miró hacia el lago y vio que la mentira decía la verdad y asintió. Corrió la mentira hacia el agua y dijo:
-El agua está aún más hermosa. Nademos.
La verdad tocó el agua con sus dedos y realmente estaba hermosa y confió en la mentira. Ambas se quitaron la ropa y nadaron tranquilas. Un rato después salió la mentira, se vistió con las ropas de la verdad y se fue.
La verdad, incapaz de vestirse con las ropas de la mentira comenzó a caminar sin ropas y todos se horrorizaban al verla. Es así como aún hoy en día la gente prefiere aceptar la mentira disfrazada de verdad y no la verdad al desnudo”.
Colombia se debate entre la verdad y la mentira, nuestro reto si bien puede no ser votar por la verdad pero si mejor develar la mentira para no votar por ella, y aunque esto parezca una tautología, es precisamente la estrategia de confusión a la que nos están conduciendo. La confianza en el sistema que funciona con las fallas estructurales que poco a poco han ido ajustándose, la perspectiva mundial, los cambios en el vecindario que nos hacen ver que es absolutamente innecesario apostar por un camino del cual ya se están devolviendo, nos deben poner a reflexionar sobre la importancia de quitarle pasión a ideas que ya de por si están fuera del escenario.
Nuestro enfoque debe ser más pragmático y enfocado en las realidades de nuestra sociedad, más trabajo, más oportunidades, apertura de mercados, diversificación de la fuerza productiva, más inversión tecnológica, un gasto público invertido estratégicamente, reducción del endeudamiento externo, tecnificación del campo, construcción de vías terciarias, conectividad, y simultáneamente ir haciendo al Estado más eficiente, menos burocrático, menos corrupto, con mayores coberturas que impacten las clases sociales más deprimidas, seguir ajustando el sistema de salud, garantizar la aplicación de una justicia que compense y combata la delincuencia bajo el principio de la autoridad y el orden bajo los preceptos de una república, la separación e independencia de los poderes políticos, pero por sobre todo mantener el Estado social de derecho y defender la democracia y los principios de libertad. El postmodernismo político que nos ofrecen en estos momentos aún no propone ni sus capacidades de ser exitoso, puede ser un experimento ya ejecutado con pésimos resultados que torpemente de volverlo a probar puede costarle al país mucho. Y para que esto no sea así: salga a votar.
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