Fue un aguacero tan fuerte, tan fuerte, que el marimbero y director del grupo Bahía, Hugo Candelario González, se dijo que esa era la mejor manera de despedir al maestro Gualajo el pasado 19 de mayo, día de su sepelio en Cali: “Con agua, como es el reflejo del sonido de la marimba, el agua cayendo”, dice.
En un cementerio en la vía a Yumbo, Valle, fue la cremación del más grande intérprete de marimba, fallecido el 16 de mayo pasado debido a una leucemia que padecía desde hace varios años.
Y como todo lo del Pacífico colombiano que se mueve entre la magia, la selva, la sierra y el mar, Hugo Candelario González pensó que ese Pacífico, además, lo “estaba despidiendo con ese frenesí de su sentir, con esas cosas que vienen de la naturaleza de allá, tan contundente, y que incluyen mucha lluvia. No podía ser de otra manera su último adiós de este plano”, cuenta.
Candelo, como le decía el maestro a González, su más grande y mejor alumno, el más cercano a su corazón, terminó empapado bajo esa lluvia torrencial. Muchos músicos llegaron a darle el último adiós a Gualajo, entre marimberos e intérpretes de cununos y guasás, instrumentos tradicionales del Pacífico colombiano; también intérpretes de otros instrumentos y las cantadoras con sus arrullos.
Es más, ese día González estaba tocando el saxofón, “pero algo me dijo que tocara la marimba y que lo hiciera de la forma más cercana a como lo hacía el maestro Gualajo”, comenta.
Pero no es tan fácil, ni siquiera para su heredero mayor. De hecho, la sabiduría de Gualajo con la marimba de chonta y los otros instrumentos tradicionales del Pacífico colombiano, así como con los ritmos de la región, y más aún, con la sabiduría popular de esta zona por el significado de la naturaleza y sus dinámicas como tal, pueden ser insuperables.
Aunque no todo está perdido. González, Enrique Riascos, de Herencia de Timbiquí, y Esteban Copete, nieto de Petronio Álvarez y director del Kinteto Pacífico, tienen mucho de Gualajo en sus formas de interpretar y sentir la marimba de chonta, y lo más importante, reconocen su legado y aprendieron de él.
Gualajo, el grande
José Antonio Torres Solís, conocido como Gualajo, nació en Sansón, vereda de Guapi, Cauca, el 31 de diciembre de 1939, en la casa de su familia que aún existe y donde viven sus hermanos. Su partera, cuentan, fue Mama Pacha, a la que le faltaba un brazo y quien cuando lo trajo al mundo lo puso encima de una marimba de chonta para cortarle el cordón umbilical.
En la casa de los Torres siempre ha habido un taller de instrumentos musicales y allí, de la mano de José Torres padre y de su abuelo Leonte Torres, Gualajo aprendió a tocar los instrumentos y a construirlos.
Sabía cómo y cuándo cortar la chonta para la marimba, cuánto tiempo guardarla antes de empezar a hacer las tablitas; cómo debía sonar cada una de ellas, su afinación.
Copete, que fue su alumno en su adolescencia y que además de formación tradicional tiene formación académica, afirma que Gualajo “siempre estaba tirando datos y enseñando. Lo más importante para mí fue que aprendí no solo de su sabiduría como maestro, sino de su amor por el currulao, la música madre del Pacífico colombiano”, comenta.
“Él siempre decía que el currulao es como una casa y una buena casa tiene bases para mantenerse. Si se cae la casa, decía, no había nada”, comenta que le contaba.
Copete recuerda que el maestro Gualajo discutía mucho con los marimberos más jóvenes sobre cómo se estaba perdiendo la afinación de la marimba tradicional, pero por esto no dejó de ser abierto, de aceptar otras tendencias, eso sí, sin olvidar la tradición.
De hecho, son famosas las interpretaciones de salsas de Richie Ray y Bobby Cruz, así como del Gran Combo de Puerto Rico por el Gualajo marimbero. Y los boleros, y los varios conciertos que hizo con músicos tradicionales de otras regiones del país, entre ellos Petrona Martínez, de la costa Norte.
Delgado y alto, Gualajo estuvo en Guapi buena parte de su vida, hasta que Gloria Triana lo incluyó en la serie Yuruparí y se empezó a conocer su marimba.
Hasta el Guapi místico llegó Hugo Candelario González a aprender, cuando quiso conocer más este instrumento. Con González, con quien había una relación de padre e hijo o viceversa; de amigos, de colegas, de tío y sobrino, el maestro llegó a Cali a enseñar su arte en el Conservatorio y otros escenarios.
Además vivió varias temporadas en Bogotá, donde grabó con Curupira y le dedicó una canción a la ciudad, La ciclovía. También viajó a Francia, Alemania y otros países de Europa, y dio cursos de verano en la Universidad de Nueva York.
“Tenía un estilo jovial y tranquilo para enseñar, sin dejar de ser maestro. Sabía manejar muy bien a los jóvenes y transmitirles su sabiduría”, cuenta desde Tumaco Harold Tenorio, marimbero y director del grupo Plú con Plá, ganador del Festival Petronio Álvarez el año pasado. “Gualajo no fue mi maestro, el mío fue Críspulo Torres, pero lo admiré mucho”, sigue.
Por su parte, el maestro Baudilio Guama, marimbero de Buenaventura y otro de los grandes exponentes de los sonidos del Pacífico, afirma que “Gualajo se preocupó porque su arte fuera conocido en muchas partes y dejó en ellos sus enseñanzas” a los jóvenes, afirma.