El araucano Jorge Enrique Gallego es médico veterinario y profesor de la Universidad de Antioquia. En días recientes ha sido noticia, dejando en alto el nombre del departamento, al recibir la patente por la idea de un perro robot para entrenamiento en medicina veterinaria.
Al principio, confiesa, era una “idea quijotesca”, sin embargo, su idea tomó forma y lo logró.
Lo novedoso es que no utilizó los tradicionales maniquís con elementos artificiales, sino un perro fallecido. “El cuerpo del animal se sometió a un proceso de plastinación donde se extrajo toda el agua de las células y fue reemplazada por material plástico y se convirtió en cuerpo totalmente manipulable sin necesidad de tocar con guantes. Lo demás que hicimos fue adaptar desde la mecatrónica todas las constantes fisiológicas como si el paciente tuviese vivo”, explicó Gallego Rodríguez en entrevista con Meridiano 70.
Para utilizar el animal muerto se deben cumplir unos parámetros. El primero es que sea una donación del propietario.
El proceso inició hace 10 años cuando empezó a ser docente de la Universidad de Antioquia, por su inquietud sobre el entrenamiento en medicina veterinaria, sin embargo, lo relacionado a la patente se inició desde hace más de un año y el 28 de septiembre de 2023 le fue otorgada por la Superintendencia de Industria y Comercio.
La propuesta de Jorge tuvo eco en varias personas a las que les llegó con la iniciativa e incluso el Instituto Metropolitano de Medellín (ITM) se unió y comenzaron a trabajar la parte mecatrónica para para concretar la idea.
El robot hace contracción y dilatación pupilar, emite frecuencia cardíaca y pulso femoral. “En reanimación cerebro pulmonar hay una alta mortalidad y comencé a buscar cuál era la base de este problema y ver a nivel mundial qué había. Entonces me di cuenta que los simuladores para entrenamiento eran muy básicos… la simulación es clave en el entrenamiento en cualquier área de la salud y si está orientado desde procesos reales el aprendizaje va a ser mejor”, explicó.
Al tener el proyecto en marcha la Universidad de Antioquia y el ITM contrataron abogados especialistas en patentes, primero para verificar que a nivel mundial no existiera un invento similar y después para iniciar los trámites ante la Superindustria.
La patente tiene una vigencia de 20 años al menos que la compren, en ese caso hay que tener en cuenta que la propiedad intelectual siempre será del autor, pero en eventuales temas comerciales las responsables serían las dos universidades.
El pasado jueves 9 de noviembre el Concejo de Medellín premió al autor del invento, el cual tiene titularidad compartida de la UdeA e ITM.
Miguel Cardoza Cadenas – Corresponsal Meridiano 70 en Bogotá