Hace tan solo tres días los gobernadores del Meta y Casanare, Juan Guillermo Zuluaga y Salomón Sanabria, anunciaban junto a Manuel Gutiérrez presidente de la Agencia Nacional de Infraestructura – ANI, una inversión por más de $3 billones de pesos en una mega obra para la construcción de 260 kilómetros de carreteras y un puente de 1,8 kilómetros para unir a estos dos departamentos, en los municipios de Puerto López, Puerto Gaitán, Maní, Aguazul y Sogamoso (Boyacá). En palabras del presidente de la ANI “esto va a ser un proyecto transformacional para la región, un proyecto que va a dinamizar de una manera muy importante la economía”. No solo merece una felicitación para estos dos departamentos y para el gobierno nacional que ya ha invertido más de $4.000 millones en estudios y diseños para hacer realidad lo que en esta región han denominado como un sueño. $3 billones de pesos ($3.000.000.000.000), ese es el dinero que invertirá la nación en un área del territorio que describen como la Orinoquía colombiana que se conectará con el centro del país. Además vale la pena destacar el liderazgo de los gobernadores Sanabria de Casanare y Zuluaga del Meta para encarar estos procesos de gran impacto social y económico en la región, la manera como han asumido la crisis mundial persistiendo en el enfoque institucional que representa trabajar por la gente de sus territorios, sin desviarse de sus objetivos y por el contrario sirviendo de ejemplo para el país.
Mientras tanto, el Arauca que está en los llanos y que integra la Orinoquía colombiana, se debate todos los días ante la incompetencia de sus mandatarios, la ausencia de liderazgo y la muy lamentable crisis institucional por la ingobernabilidad del departamento y una interinidad que aún no termina de definirse; interinidad rampante, porque los araucanos han decidido asumir que este mandato, ciertamente temporal, es otro capítulo oscuro más de la triste historia de Arauca. Hoy el departamento mueve sus noticias por el terror de las muertes de la guerra protagonizada por las guerrillas del ELN y FARC (sea cual fuere la denominación que quieran ponerle, da igual), unos gobiernos locales altamente cuestionados en distintos aspectos, unos más que otros, y algunos un definitivo fracaso, pero más sorprendente aún es debatirnos entre las notas de prensa nacional, los anuncios de la Fiscalía General de la Nación y los chismes de Whatsapp sobre la supuesta injerencia en la campaña electoral del gobernador Castillo Cisneros hoy con medida de aseguramiento en centro carcelario, sumado a los cruces de acusaciones entre candidatos, sus estrategias proselitistas fundadas en las promesas vagas y algunas politiqueras sobre su eventual triunfo, cayendo en la obviedad de las necesidades de la gente y en la inefable ausencia de carácter para de manera independiente asumir un liderazgo propio, no prestado, genuino por demás y demostrado en las capacidades de cada quien. Pues no, aun funcionamos bajo el dominio del deseo, del “quiero ser” sin más propuesta que arrancarle a la suerte la oportunidad de llegar al Congreso y “trabajar por Arauca” (dicen todos).
No hay macro obras para Arauca, no hay obras que impacten la productividad o la generación de empleo a fin de dinamizar la economía local con la mejora del ingreso familiar y así buscar la compra de bienes y servicios a los productores y comerciantes araucanos. Es que ni siquiera hay proyectos. “Se nos patas’arribó nuestra Arauca” entre las trivialidades del desorden doméstico que ha acarreado la no conducción de un departamento con un potencial económico que se desgasta día a día y que solo se ve representado por una industria petrolera de la que ni siquiera hemos logrado tomar ejemplo de su organización y productividad en los términos en que lo ameritan los procesos empresariales de gran tamaño. Aun navegamos en las aguas de la dependencia de la renta por regalías, todo para el gasto, nada la inversión, nada al ahorro futuro que bien podría significar el emprender proyectos ajustados a nuestras capacidades productivas, no se incentiva la educación en una juventud que gobierno tras gobierno pierde las esperanzas de quedarse en su tierra por la falta de oportunidades.
Nos mueven aun las vanidades del poder, de la perpetuación a como dé lugar, así sea a las malas, no con fundamento o por lo menos con argumentos, “a la maldita sea” como dicen los millennials. El terror de la manipulación, de la trampa, de los manejos ilegales y oscuros de la conveniencia del momento, el validar la astucia de algunos con los favores recibidos por otros, la amenaza constante o aquella que es más peligrosa, la que se origina en el sigilo de la conspiración avasallante, la que supone un poder superior que todos coinciden saber quién lo ostenta pero que nadie se atreve a denunciar. A eso nos dedicamos, incluso este mismo escrito, a hablar sobre lo que no produce y no propone, a criticar nuestra suerte y a desear la del vecino.
Recientemente en una entrevista hecha por Meridiano70 al gobernador de Casanare en ocasión del lanzamiento de la Región Administrativa y de Planeación – RAP Llanos, le consultábamos sobre las posibilidades que determinaba articular las sinergias entre los departamentos para darle sentido a la ilusión de ser despensa agrícola del país, y manifestó en ese momento su disposición para poner al servicio de los araucanos las experiencias exitosas de su departamento, con el fin de que el potencial productivo de Casanare pudiera ser replicado bajo el auspicio de alianzas estratégicas en sectores con potencial regional. No hubo tal, no hay tal, no hay con quien. Otra vez tocará esperar un nuevo proceso de elección, pero esta vez con la lección aprendida, ojalá, de que se perfilen verdaderos líderes. Estamos a tiempo, hay que empezar desde ya, incluso porque tienen poco menos de dos años para prepararse, para estudiar, para elaborar un programa de gobierno serio y responsable con las necesidades de nuestra región. Son muchos temas, habrá que seguir hablando de eso de manera ininterrumpida, porque Arauca lo necesita.
Felicitaciones a los departamentos de Casanare y Meta, éxitos en la construcción de esa gran obra. Nosotros mientras tanto nos quedaremos con las externalidades positivas de las acciones de otros, viviendo la ilusión a través de otros, deseando que nos gobiernen otros.
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