De acuerdo a lo registrado por el DANE en las denominadas cuentas departamentales, las actividades económicas relacionadas con el sector agropecuario, son el segundo renglón con mayor participación en el PIB departamental, después por supuesto de la explotación petrolera. A partir de la volatilidad reciente de los precios del crudo, la importancia del sector primario ha oscilado entre el 18% y el 29% de la producción total del territorio, alcanzando valores que superan el billón de pesos (DANE, 2020).
El análisis de las escuetas cifras del mercado laboral que existen para el territorio, también deja entrever la importancia del sector agrícola como factor de desarrollo. En este sentido, las cifras correspondientes al municipio capital, dan cuenta de que a pesar de que allí se genera más del 42% del valor agregado total del departamento, en las actividades del sector primario “únicamente” se emplea el 3,44% de la mano de obra.
Por supuesto que lo anterior ha dado lugar a atinadas interpretaciones, planteadas por personas e instituciones expertas en el tema: 1. Arauca es un departamento predominantemente agrícola y no petrolero; 2. Al igual que en el resto del país la informalidad laboral predomina en las zonas rurales; 3. Existe un gran potencial en este sector para apalancar las dinámicas de desarrollo del departamento de Arauca.
Precisamente, atendiendo estas agudas observaciones, es que hemos decidido esbozar en las líneas a continuación, los que consideramos son los lineamientos correctos para formular una política de desarrollo agrícola para este hermoso territorio:
1. En primer lugar, es necesario hacer frente a una necesidad que, tal como lo definimos en una columna anterior (Ver: Una política de desarrollo territorial para el departamento de Arauca, debe edificarse sobre una economía verdaderamente capitalista), es común a todo el aparato productivo: promover la inversión. En este caso, el Estado debe asumir el compromiso de apalancar recursos para la construcción de sistemas de riego, el mejoramiento de las vías rurales y de acceso a las unidades productivas, la compra de maquinaria y equipo para aumentar la productividad, la adquisición de insumos y tecnologías de última generación, entre otros.
2. Pero lo anterior por si solo no es suficiente. Se requiere, igualmente, que se consolide un proceso estratégico de sustitución de importaciones y de apertura de nuevos mercados. No debe permitirse, tal como lo recalca Eduardo Sarmiento Palacio (2017), que el aumento de la producción derive en un ciclo de sobreoferta que termine deprimiendo los precios y afectando a los productores. Para hacer frente a este escenario, deben estructurarse mecanismos de intervención estatal que estimulen la demanda de la producción excedente.
3. Dentro de la dinámica de sustituir las importaciones y explorar nuevos mercados, resulta de vital importancia la consolidación de redes agrícolas. Estas redes, pensadas como espacios en los cuales los productores y comercializadores interactúan e intercambian experiencias relacionadas con sus prácticas productivas cotidianas y sus experiencias en la venta de sus producto, deben constituirse en escenarios de agremiación que superen las reivindicaciones gremiales genéricas y en su lugar articulen intereses estratégicos orientados por los segmentos de mercado más atractivos.
4. De igual manera, es innegable que hay que atender el problema de la tenencia de la tierra. Debe legalizarse la propiedad, tratando de asegurar la coexistencia armónica de la pequeña unidad productiva con los denominados latifundios. Respecto a estos últimos, se hace necesario que a través de la intervención estatal directa, se promuevan las economías de escala en productos con vocación exportadora. Una o algunas pocas empresas de economía mixta, deberán asumir el reto de explotar cultivos extensivos que resulten competitivos en el mercado internacional.
5. Por último, deben consolidarse estímulos especiales para aquellos productores que registran calidades excepcionales. A quienes sean reconocidos y certificados a nivel nacional e internacional por su calidad y/o características especiales, debe pagárseles un valor por encima de lo dictado por el mercado, al mismo tiempo que debe brindárseles prioridad en las ordenes de compra de las plantas de transformación financiadas con recursos públicos. La idea es que los operadores de estas infraestructuras, se comprometan a adquirir a un mejor precio, la producción de alta calidad que se registra en el departamento de Arauca.
Todas esta medidas, sumadas a muchas otras que quizás en este momento se nos escapan, deben apuntar, fundamentalmente, al fortalecimiento de la oferta agrícola del departamento y al aseguramiento de una oferta permanente en condiciones favorables. Los instrumentos para alcanzar estos objetivos están relativamente claros, solo hace falta la voluntad política para consolidar a nuestro territorio como una gran despensa para el país y el mundo.
Trabajos citados
DANE. (27 de Marzo de 2020). Boletín Técnico PIB por Departamento. Recuperado el Julio de 2020, de Sitio Web del Departamento Administrativo Nacional de Estadística: https://www.dane.gov.co/files/investigaciones/pib/departamentales/B_2015/Bol_dptal_2018provisional.pdf
Sarmiento Palacio, E. (2017). Lectura sobre producción, capital y salario: Bases para una nueva teoría. Bogotá: Escuela Colombiana de Ingeniería.
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