El sarampión, un virus altamente contagioso, pero al mismo tiempo controlable gracias a la vacunación, volvió a infectar a colombianos luego de 15 años.
Según un informe del Departamento Administrativo Distrital de Salud (Dadis) de Cartagena, al que tuvo acceso EL TIEMPO, en esta semana epidemiológica número 39 se han confirmado 35 casos de la enfermedad. Cuatro de estos fueron importados (ciudadanos que llegaron infectados de otros países), tres de residentes venezolanos y 28, el 80 por ciento, fueron en colombianos.
El informe, que ya reposa en las oficinas del Instituto Nacional de Salud (INS) en Bogotá, deja ver que, del total de casos, 18 son en menores de un año y, al parecer, todo provino de un niño venezolano no vacunado.
De acuerdo con expertos consultados, en Cartagena este año se habrían detectado seis cluster (conjunto de casos relacionados por familia, cercanía o vecindad) en barrios marginales y pobres de la heroica.
La situación, sin embargo, no es exclusiva de esta ciudad porque según el más reciente boletín epidemiológico del INS, este año van 99 casos de sarampión confirmados en todo el país: “45 casos importados y 54 casos relacionados con la importación (22 de transmisión secundaria en personas procedentes de Venezuela y 32 relacionados con la importación en colombianos)”, según se explica textualmente.
Cuestión de definición
Martha Lucía Ospina, directora del INS, pone en claro que en términos estrictamente epidemiológicos estos 32 “casos relacionados con la importación en colombianos” no son autóctonos, porque, dice, para ello se requieren condiciones específicas que incluyen una circulación interna de 12 meses.
Hernando Nieto, presidente de la Asociación Colombiana de Salud Pública, afirma, en cambio, que estos 32 “casos relacionados con la importación en colombianos”, que llama el INS, pueden categorizarse mejor como “casos con infección adquirida en el país”, que el mismo instituto, en un documento técnico, definió como un “caso confirmado que forma parte de una segunda cadena de transmisión a partir de un importado”.
Es claro, en ese sentido, en decir que lo que se necesita es actuar ante la evidencia de poblaciones sin vacunar, y que debieron estarlo.
Para Luis Jorge Hernández, epidemiólogo, profesor de la Universidad de los Andes, esa cifra de 32 “relacionados con la importación en colombianos” sí son casos autóctonos. Así de simple, porque, en últimas, concuerda que se presentaron en nacionales sin vacunar, dice el experto.
Para Hernández no habría razón para no llamarlos autóctonos, pues entre más transparencia haya por parte de las autoridades sanitarias se puede enfrentar mejor una amenaza que apenas puede estar empezando. Afirma, en ese sentido, que esta situación inusual puede complicarse si no se controla de manera adecuada porque podría pasar a una fase de expansión, incluso a otras zonas del país.
El virus puede seguir circulando en personas sin inmunización. Y si eso no se controla, los casos técnicamente autóctonos no tardarán en aparecer
“Tal vez con una definición se pueden sentir más tranquilos y tener una sensación de falsa seguridad, como si no se tuvieran casos en Colombia, pero lo cierto es que hay una población susceptible frente a un virus que está circulando. Y eso es lo importante”, remata.
De ahí que el experto sugiere que se debe consolidar a la mayor brevedad una sala situacional de fronteras para monitorear sobre el terreno, no solo el sarampión, sino otras enfermedades que por sus características pueden aumentar en frecuencia dado el fenómeno migracional con Venezuela, donde hay déficits alarmantes en inmunizaciones.
“Se sabe por ejemplo que en Venezuela no solo existe una epidemia franca de sarampión, sino también de difteria y preocupa la posible reaparición de casos de poliomielitis que se consideraba en fases muy avanzadas de erradicación”, asegura.
Carlos Álvarez, expresidente de la Asociación Colombiana de Infectología, coincide en que la presencia del virus del sarampión en Colombia, más allá de saber que el origen del virus es venezolano, prende las alarmas tras infectar a personas que no están vacunadas. “Esto quiere decir que el virus puede seguir circulando en personas sin inmunización. Y si eso no se controla, los casos técnicamente autóctonos no tardarán en aparecer”, apunta.
Una amenaza del pasado
Según datos del Ministerio de Salud y Protección Social, el último brote de sarampión en el país se presentó en el 2002, con un total de 123 casos confirmados por laboratorio y 16 casos confirmados por clínica. Desde el 2003 no se han registrado episodios técnicamente autóctonos en Colombia.
Entre ese año y el presente sucedieron varias cosas. En el 2014, una comisión internacional de verificación de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) certificó al país como libre de sarampión y rubéola.
En el 2015, una mujer suiza que llegó a Bogotá y una semana después manifestó síntomas cuando estaba en Cartagena regresó esta enfermedad a los titulares de prensa.
En el 2016, toda la región fue declarada como libre de esta afección viral altamente contagiosa y que afecta en particular a los niños. Ese logro fue producto del plan mundial de lucha contra el sarampión y la rubeola que se puso en marcha en el 2001 con apoyo de la OMS y la Unicef.
Pero la tranquilidad duró poco. Desde ese año, paradójicamente, los casos han ido aumentando de forma alarmante en el mundo. En Rumanía, por ejemplo, en el 2016 se comunicaron 3.400 casos con 17 fallecimientos y en el 2017 el conteo superó 8.000 y más de 30 muertes. Francia, Portugal e Italia, este último con más de 2.300 en 2017, también han registrado brotes.
Este incremento está ligado con un descenso mundial en el porcentaje de vacunación, por debajo del 95 por ciento, que es el recomendado para la inmunidad de grupo y protección global ante la eventual llegada de un caso activo. Una de las principales razones es el papel que han jugado los movimientos antivacunas en ese continente.
En el 2017 hubo indicios significativos de que el virus podría volver a hacer estragos al afectar durante ese período a más de 720 personas en Venezuela (dos de ellas con desenlaces fatales), al dejar en EE. UU. 120 casos, en Canadá 45 y en Argentina 3
En Colombia se volvió a saber del sarampión en marzo pasado, cuando un menor de edad proveniente de Caracas, que llegó a Medellín luego de pasar por Cúcuta, fue confirmado como el primer caso de sarampión importado en el país desde el 2015. A él le siguieron casos en Santa Rosa de Cabal y Cúcuta, también en bebés que venían de Venezuela.
La importancia de la vacunación
Debido a que el sarampión es tan contagioso, se requieren coberturas de vacunación por encima del 95 por ciento para obtener lo que se conoce como inmunidad de grupo. Y aquí está el problema, porque se ha demostrado que algunos países han bajado la guardia a tal punto que, en Europa, solo siete Estados de los 27 que conforman la Unión cumplen con este requisito.
Colombia ha demostrado disciplina y rigor en esta tarea y sus coberturas de vacunación, según el Ministerio, están por encima del 90 por ciento. Esta misma semana, casualmente, la cartera se volcó a vacunar de manera masiva en Cartagena y Bolívar. Según se conoció, 1.689 menores en el Distrito Turístico y 397 en los municipios de Turbaco, Arjona, Clemencia y Villanueva del fueron inmunizados.
Con base en esto, el viceministro de Salud Pública, Iván Darío González Ortiz, en diálogo con EL TIEMPO, se hizo un llamado para que la ciudadanía en general entienda la importancia de vacunarse, incluso si tiene dudas de haberse vacunado con anterioridad. Este llamado incluye a los extranjeros, no solo a los venezolanos, sino a los de otros países.
“Con los casos de sarampión hay que decir que el sistema de vigilancia epidemiológica ha funcionado muy bien y nos ha permitido monitorear día a día y zona a zona la aparición de nuevos casos”, dice el viceministro González Ortiz.
“Se ha desarrollado un trabajo muy articulado entre las entidades del ámbito nacional, en cabeza del Ministerio y el Instituto Nacional de Salud con las secretarías municipales y departamentales, con el apoyo de la OPS, las EPS y los hospitales locales”, agrega.
Esto ha permitido, según el funcionario, ampliar las metas de vacunación en los menores de un año.
¿Cuáles son los signos de alerta?
La principal seña del sarampión es un brote en la piel del cuello y el rostro que luego se expande a otras partes del cuerpo, explica la doctora Rodríguez.
Es altamente contagiosa y la causa un virus que se transmite mediante la inhalación de secreciones expulsadas cuando una persona contagiada habla, tose o estornuda.
Es importante conocer los tiempos de infección: pueden pasar de siete a 18 días sin síntomas, hasta la aparición de fiebre y complicaciones respiratorias, que toman hasta cuatro días. Ahí comienza el brote, que puede acompañarse de conjuntivitis y, en poblaciones sensibles, como niños menores de 5 años, compromiso cerebral y neumonía.
Por lo general, todo ese proceso está seguido por postración y dificultad para comer y respirar, por lo que buscar ayuda médica se hace perentorio ante el mínimo síntoma.
Recomendaciones
En caso de conocer de un paciente que tenga el brote característico y fiebre alta es urgente consultar.
No hay tratamiento específico para el sarampión, y la mayoría de los pacientes se recuperan en 2 o 3 semanas, por eso es tan importante la vacuna.
La triple viral (sarampión, rubeola, paperas) o la bivalente (sarampión, rubeola) son las únicas formas de inmunización. Estas se deben aplicar a todos los menores que cumplan 12 meses, y el refuerzo debe hacerse cuando el menor tenga 5 años. Aunque también puede aplicarse hasta los 11 años de edad.
Recuerde que también existen vacunas contra esta enfermedad para la población adulta.
Tomado de El Tiempo