Por William Wielman
La historia se repite. Para esta misma fecha del año anterior, en Arauca ya se contabilizaban más de 15 muertes violentas por cuenta de los enfrentamientos sostenidos por las guerrillas del ELN y las disidencias de las Farc, combates que se han ejecutado en zona rural entre los municipios de Arauquita, Puerto Rondón, Saravena y Tame, pero que también trascendió a los sectores urbanos donde a plena luz del día y sin importar la presencia de otros civiles, apuntaron para matarse entre sí. Todo por el poder, o por el “control territorial” como le dicen.
Expresiones como “Esos son ellos”, “quién los mandó a ser de la guerrilla”, “por buenos no los mataron”, son algunos de los comentarios que circulan en el voz a voz de las gentes y ahora en las redes sociales a causa de estos últimos hechos. Estamos expuestos a tanta información de ese tipo y se ha naturalizado hasta tal punto, que la muerte violenta de una persona en este territorio araucano es tan común como ver llover durante el invierno.
Videos y fotografías de los cuerpos sin vida de más de 10 personas inundaron las redes sociales, mostrando una realidad total de esa Arauca que llaman “un paraíso”; y que en efecto en eso se ha convertido, un lugar de aquellos caídos por la violencia y cuyas almas rondan las sabanas inhóspitas de esta tierra llanera. Al igual que tiempo atrás, Arauca volvió a rebobinar la cinta de esa película que lleva por nombre “La muerte”.
Hace poco, Arauca amanecía en parrando y fiesta, primero celebrando la navidad y el año nuevo, pero antes de eso, celebrando sus fiestas patronales; un jolgorio de trago y bochinche, el zapateo de un baile criollo en medio de un charco de sangre. La muerte está en todos lados, no la buscamos y ella tampoco a nosotros. Solo observa como espectadora para apreciar como nos matamos entre sí con una mentira, una amenaza, un grito, una mirada, una puñalada o un disparo.
Según datos de la Defensoría del Pueblo, en Arauca más de 360 personas perdieron la vida de forma violenta en el departamento de Arauca y muchos de esos casos siguen impunes. Estos casos y muertes no deben ser una cifra más, sino un punto de reflexión de lo minimizada que está el valor de la vida en el territorio.
El reto para este año es grande, pero es un reto colectivo, porque si queremos construir paz, debemos proyectarla desde nuestro ser hacia los demás. Aquí no solo se trata de silenciar fusiles, sino también de respetar las diferencias y hallar esos puntos de encuentros como apuesta al desarrollo.
De esta película no queremos secuela ni segunda parte, solo la oportunidad de que todos y todas, como ciudadanos que integran esta sociedad araucana puedan disfrutar en tranquilidad, bienestar y calidad de vida, no sin antes recuperar la dignidad; pero de eso hablaremos en otra oportunidad.
MÁS NOTICIAS…
- Oficina de Derechos Humanos de la ONU exige libertad de secuestrados en Arauca
- Opinión: Algunas reflexiones a propósito de las cifras de pobreza multidimensional
- Comfiar organiza segunda feria Canastas de Paz para impulsar emprendimientos locales
- Inicia proyecto de mitigación para proteger la ribera del Río Arauca en Monserrate
- Sesiones Extraordinarias Convocadas para Debatir Seis Proyectos de Ordenanza en Arauca