La actual situación para el mundo no es nada fácil, y eso hay que aceptarlo sin despertar la histeria colectiva más allá de lo que hasta ahora la crisis del coronavirus ha provocado. Pero es precisamente la creciente propagación del virus y las medidas de contención adoptadas por muchos países la que ha provocado un paro en la producción, comercio, turismo, eventos y otras actividades a fin de evitar la concentración de personas que faciliten la expansión, en definitiva para evitar que la gente salga de sus casas. Tal es el caso de la industria en China, donde se originó la crisis, que muchas de sus fábricas han cerrado y otras tantas han disminuido sus ritmos de producción. Esto explica un menor ritmo de la actividad económica mundial, pues las mismas medidas se han adoptado en muchos países. Hoy se le hace frente a un problema de salud mundial, y los intereses de proteger a la humanidad están en la primera línea de fuego.
Esto ha provocado una menor demanda de petróleo, el mundo se mueve menos e incluso más lento, por lo que los paros en las fábricas han determinado menor utilización de recursos provenientes de los hidrocarburos. El mercado está lo suficientemente abastecido de petróleo por lo que la mayor oferta provoca una disminución en los precios. A este escenario provocado por el coronavirus se le suma el comportamiento de los productores de petróleo; por una parte si la producción se mantiene igual pero no hay compra el precio bajará, y por otra parte, si la producción se reduce para equilibrarse con la demanda el precio se mantendrá. En esta disyuntiva la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) liderada por Arabia Saudita, se reunió para decidir qué hacían ante la situación y no lograron un acuerdo para reducir la producción, lo que provocó una caída del 30% del precio del crudo.
Como resultado el desplome de los precios del petróleo, sumado a la caída de la actividad económica mundial trajo el día lunes una caída en las bolsas de todo el mundo, incluso en Colombia donde, por ejemplo, el precio de las acciones de Ecopetrol se vio seriamente afectado y desde luego los demás índices bursátiles. Como todos los elementos de la ecuación de cualquier economía están correlacionados, el siguiente en el turno en reaccionar fue el precio del dólar que llegó a su máximo histórico de $3.847, lo que a su vez provocó una gran preocupación sobre el encarecimiento de la deuda externa colombiana. Como se puede observar, el gobierno del presidente Duque y el Banco de la República deberán actuar en sincronía a fin de proteger la estabilidad de las finanzas estatales y activar las contingencias que sean necesarias a fin de prevenir una situación mucho más crítica.
Aun cuando es muy prematuro, según algunos expertos, el hablar de las repercusiones que esta caída del precio del petróleo pueda traer para Colombia, lo cierto es que a las decisiones que sobre el mercado están tomando tanto la OPEP como Arabia Saudita a la cabeza, y la negativa de Rusia de disminuir su producción bajo el argumento de que buscar la estabilización del precio solo beneficiaría a Estados Unidos y sus petroleras, pues para Rusia recortar la producción sólo significa ceder cuotas de mercado a sus competidores, ya que Estados Unidos se convirtió en el mayor productor mundial gracias a la explotación del petróleo de esquisto. Hay fuertes rumores, algunos basados en análisis fundamentados, que tanto Arabia Saudita como Rusia estarían dispuestos de ser necesario a llevar el precio de petróleo hasta los US$20, lo que “reventaría” a muchas industrias con sus consecuentes problemas en el entorno económico.
Y aquí es cuando entra Colombia y Arauca. Que incluso, no sólo es un análisis doméstico el que nos lleva a concluir que este panorama de por sí ya afectará las proyecciones de crecimiento y que en manera de inversión se tenían previstas, dado que para todos los países productores la situación será igual con los agravantes internos que pueden potencializarse si no se prevé acciones que mitiguen estos efectos, tal es el caso de Venezuela, Ecuador, Brasil, México y como ya se mencionó al mismo Estados Unidos. Es obvio, que si internamente vamos a tener problemas, lo que suceda con nuestros vecinos nos afectará también de muchas maneras, por ejemplo Venezuela verá mermados sus ingresos y por lo tanto solventar las necesidades que subvenciona será aún más difícil; ¿el resultado inmediato será entonces mayor migración hacia Colombia? No lo sabemos.
Pero volviendo a Colombia, el presupuesto que se calculó con barril de petróleo a US$60 pondrá en aprietos a este gobierno, y a todos los colombianos desde luego, obligará a que las medidas macroeconómicas que se adopten pongan en riesgo la viabilidad financiera del país respecto de los mercados internacionales que a su vez puedan llegar a considerar a Colombia como un país riesgoso para invertir, que el servicio a la deuda se vea afectado y que la desaceleración de la economía traiga consigo más desempleo y los problemas sociales consecuentes.
Para el caso de Arauca sucede algo parecido, puesto que los ingresos por regalías, de continuar esta tendencia, se verán seriamente disminuidos, y lo que ya todos sabemos: dependemos casi en absoluto de ello. Basta con hacer las cuentas superficialmente, si antes esperábamos que nuestros ingresos fueran a US$60 a hoy ya van en US$31, casi un 50% menos, situación que deberá tratarse con mucho cuidado y que nos ocuparemos en una próxima editorial. Adicionalmente los nuevos proyectos de exploración y futuras inversiones pueden verse de igual manera afectadas, puesto que el mercado petrolero en las actuales circunstancias, insistimos, de persistir este panorama internacional, obligarán a estas compañías a hacer un compás de espera a que la situación cambie.