Se han convertido en los sitios de residencia de los drogadictos y de mendigos. Incluso hay cuadras completas en donde se concentran muchas ventas de drogas alucinógenas.
Son las ‘ollas’ de la ciudad.
Hablamos de esos lugares prohibidos no solo para la comunidad, sino también para la propia Policía.
Para nadie es un secreto que es imposible asomarse por estos lugares; pues para ello toca ir de la mano de un conocido para sobrevivir, porque allá se vive una lucha por el poder y por el control las redes del microtráfico.
Varias estructuras delincuenciales de Bucaramanga, dedicadas a la comercialización de estupefacientes, han abarcado ‘manzanas’ enteras para el expendio de las drogas.
También se ha detectado que los delincuentes les pagan a algunos recicladores para que transporten paquetes de drogas entre los residuos que recogen en el ‘día a día’.
Una de esas zonas prohibidas es la Calle 30, aledaña al parque Centenario, donde funcionan pensiones y hoteles ‘de mala muerte’. Justo cerca a esta zona es donde fueron reubicados los vendedores ambulantes, acelerando el tema de la inseguridad en el sector.
Pese a los duros golpes y al trabajo de las autoridades policiales para desmontar estos lugares, es evidente que en la capital santandereana se han venido multiplicando estas ‘ollas’.
Fuente: Vanguardia