Veinte años después de lograrlo en su templo de Saint Denis, con Didier Deschamps como capitán y con Zinedine Zidane de gran figura, Francia impuso ante Croacia la ley del más fuerte para convertirse por segunda vez en su historia en campeona del mundo, esta vez en Moscú.
En la final, disputada en el estadio Luzkniki de Moscú, el equipo conducido por Didier Deschamps se impuso por 4-2 con los goles de Mario Mandzukic, en contra de su propia valla, Antoine Griezmann, de penal tras la intervención del VAR, Paul Pogba y Kylian Mbappé. Para Croacia anotaron Ivan Perisic y Mandzukic.
Croacia intentó, pero con más ímpetu que juego. Fue con el corazón, pero no pudo quebrar a la asentada defensa francesa. Los galos apostaron al contraataque en el cierre y así cerraron un encuentro memorable.
Pitana indicó el final del encuentro y se desató la alegría francesa. Brotaron las sonrisas, las lágrimas y los abrazos entre futbolistas y cuerpo técnico, quienes coronaron una campaña espectacular con el título más ansiado. El premio mayor, en Rusia, fue para una extraordinaria generación de jugadores galos.