El ingeniero civil Jesús María Rojas, quien fue liberado el día anterior en el municipio de Saravena tras permanecer secuestrado por más de 17 horas, habló en exclusiva para MERIDIANO 70 y contó detalles sobre lo que vivió desde que fue retenido hasta estar nuevamente en libertad. Esta es su historia.
“Agradecido con Dios, mi familia y la Fuerza Pública” fue la frase de Jesús con la cual inició la entrevista con nuestro corresponsal y colaborador en Saravena, Yesid Candelo, durante la mañana de hoy en la que se han conocido mayores detalles y situaciones por las cuales atravesó el ingeniero civil.
Una situación inesperada
Contó Rojas que el lunes sobre las 12:15 del medio día, de manera rutinaria salió a buscar a su hija y su sobrina hasta el colegio La Frontera, ya de regreso cuando venía en su moto y sus dos pequeñas niñas, se encontró con la vía bloqueada la cual estaba siendo obstaculizada por un taxi y muy cerca, dos hombres parados esperando a alguien. A primera vista; era una celada de la cual nunca se imaginó ser la víctima.
“Pensé que era un carro varado y cuando me acerqué vi que estos hombres no tenían cara de buena gente; con gritos me ordenaron bajar de la moto y subir al carro; de inmediato pregunté ¿Por qué?, estaba angustiado por mis hijas; no podía dejarlas en medio abandonadas en medio del camino”, recordó.
“Los hombres visiblemente agresivos sacaron las armas, en ese momento sentí que me iban a matar”.
El ingeniero Jesús Rojas recuerda la contundencia y reacción de su pequeña hija, quien le dijo: “papá súbete al carro que nosotras llevamos la moto”. Angustiado miró a los lados y a la distancia recordó el rostro de una docente; “su mirada me hablaba, entendí que mis hijas tendrían compañía”.
Al abordar el carro él se encontró con un taxista a quien reconoció; la mirada y gestos de este hombre le hicieron entender que estaba allí bajo amenaza; su actitud era de impotencia.
Ya dentro del vehículo los captores lo obligaron a agacharse y ordenaron al taxista dirigirse hacia el Pescado, yo no dejaba de indagar por los motivos de mi retención.
Rojas contó que llegando al puente, los hombres ordenaron detener el vehículo y descendieron para encontrarse con dos cómplices en motocicleta que los esperaban y aprovechó para pedir un papel y lapicero donde anotó rápidamente el número de teléfono de su esposa con un mensaje: “No se preocupen”.
“El taxista en ese momento me dio ánimo, me repetía que tranquilo, que seguramente mis situación se debía a deudas”.
A campo traviesa
Narró Jesús que luego los hicieron montar en una motocicleta, la cual siguió su rumbo desconocido, metros más adelante pararon para vendarle los ojos de modo que no conociera el camino. Siguieron andando hasta llegar a un caño y seguían avanzando pero esta vez a pie, un lugar con mucha vegetación y rastrojo.
“Yo les pregunté a donde me llevaban y me decían que no le preguntaran. Estos delincuentes no tuvieron atenciones hacia mi porque no me ofrecieron siquiera agua y me insultaban, pero seguimos caminando por horas hasta llegar a un sitio en horas de la noche. Ya en ese sitio me hicieron quitar la ropa y me amarraron de manos y pies y supe que ahí pasaría la noche”, dijo Rojas.
Cambio de secuestradores
Al pasar las horas, en la madrugada los tres hombres que habían secuestrado desde un principio a Jesús, se alertaron ante las voces de otros hombres que parecían acercarse cada vez más. Los hombres que sigilosamente se acercaban realizaron disparos de fusil, esto hizo que los captores salieran corriendo del lugar.
“Creí que era el Ejército porque impartían órdenes, pero supe que se trataba de la guerrilla en la forma como hablaban, yo pensé que mi suerte cambiaría pero estas personas no me soltaron; se identificaron como miembros del ELN, solo me pidieron que me tranquilizara. Cuando aclaró, me desataron de pies y manos pero no me quitaron la venda, fue cuando me dijeron que me iban a liberar pero que hay que caminar mucho”
El ingeniero contó que es escuchaban algunos helicópteros que sobrevolaban la zona, hecho que podría obligado a la guerrilla del ELN a moverse del lugar. Horas de caminata después, fue en una casa en donde una mujer le ofreció alimentos: tinto, atún y maduro; era el menú del desayuno. La amable mujer le daba el alimento en su boca debido al cansancio de Jesús.
La liberación
Dos personas del ELN; una de camuflado y otra de civil, serían los encargados de acompañar hasta las cercanías del río Bojabá a Jesús Rojas. En ese sitio le quitaron las vendas. Ya teniendo conocimiento de donde se encontraba, logró llegar gracias a las autoridades que lograron divisarlo en el sector. Posteriormente fue atendido por personal médico y un profesional de la psicología para orientarlo.
Escuche el audio completo de la entrevista del ingeniero Jesús Rojas a MERIDIANO 70.