Cinco de los siete días de la semana, Carla Rodríguez, de 8 años, estudia piano. Lo hace por, al menos, tres horas cada jornada. La música no es solo su pasión, sino también su lugar seguro, “pues gracias a ella saca lo mejor de sí en los momentos más difíciles”, le dijo su mamá a EL TIEMPO.
Sus compositores favoritos son Mendelssohn, Bach, Tchaikovsky y Prokofiev, pero dentro de sus preferencias también están Beethoven, Chopin, Czerny y Turina. A todos ellos, y a muchos otros, no solo los admira, también los interpreta en su repertorio.
Su talento la ha llevado, en tan solo un año de formación profesional, a obtener importantes reconocimientos en Europa, donde ha puesto en alto el nombre de su natal Tunja y de toda Colombia.
Su amor por el piano
Su inspiradora —y sorprendente— historia con el piano inició cinco años atrás, cuando tan solo tenía tres.
En diciembre de 2015, Carla fue inscrita en un curso vacacional de iniciación musical en Tunja (Boyacá), donde nació el 20 de junio de 2012. Sus padres, Paola Monroy y Ángel Rodríguez, lo hicieron por orden médica, pues su pequeña necesitaba hablar mejor.
Al final del curso, la niña tocó su primera pieza, “una obra sencilla”, y todos se sorprendieron, ya que hacerlo no era uno de los objetivos. No obstante, sus padres no prestaron mayor atención, pues ninguno sabe mucho del mundo de la música: ella es diseñadora gráfica y él, ingeniero civil.
Los siguientes seis meses, Carla empezó a pedir que pusieran música suave en su casa. Un interés incipiente que se combinó con su ingreso a un coro de música colombiana.
.En 2017, ya con cinco años, la menor viajó junto con sus padres y su hermana recién nacida a la ciudad de Granada (España), donde Ángel comenzó a hacer un doctorado.
Adaptarse fue difícil, en especial para Carla, quien incluso llegó a sufrir de ‘bullying’. Esta situación empezó a ser advertida por sus padres cuando ella dejó de expresarse.
“Decía que no quería ir al colegio. Lo único que decía era que quería un piano. Fue muy duro”, recordó Paola.
Para ayudarla a expresar lo que sentía abrieron un canal de YouTube llamado ‘Lala y su mundo’. El objetivo de esta acción fue “empoderar a Carla y darle un espacio para que hablara de los temas que ella quisiera”.
La estrategia funcionó y la actitud de la niña mejoró. No obstante, seguía insistiendo en que quería ser pianista. Y mientras lo recalcaba les mostraba a sus papás videos de presentaciones de intérpretes de música clásica.
Su formación profesional
Paola y Ángel por fin cedieron y le compraron un piano eléctrico. Carla respondió de la mejor forma: empezó a aprender de manera autodidacta por medio de una aplicación móvil y luego con videos de YouTube.
Ya en 2018, y conscientes de la relación íntima que su hija estaba formando con el piano, sus padres decidieron buscar un conservatorio (escuela musical). Sin embargo, no fue recibida en ninguno que fuese público, pues, por ley, en España solo ingresan niños desde los 7 años a estos centros y ella tenía 6. Así las cosas, la inscribieron a uno privado, en el que le asignaron una tutora personalizada.
Cuatro meses después de empezar con las clases, la profesora que estaba a su cargo ‘renunció’ y los contactó con un pianista español quien en ese momento era estudiante del Conservatorio Tchaikovsky, de Moscú (Rusia), considerado uno de los institutos musicales más importantes del mundo.
El encuentro entre el experto y la menor se dio entre junio y septiembre del 2019, durante unas vacaciones de él en el país ‘ibérico’: así comenzó la formación profesional de Carla.
Cuando su profesor tuvo que volver a Rusia, le pasó la batuta a Tamara Romadina, quien es la directora de la Escuela Rusa de música Glinka, en Granada.
“Bajo la instrucción de Romadina, Carla ha evolucionado de una forma que nadie se esperaba”, reconoció su madre.
Los premios
Tras casi un año de formación, su maestra la animó a participar en concursos. El primero fue el evento ‘Pequeños grandes pianistas’, que se hizo en agosto del 2020, en el marco de la versión 11 del Concurso Internacional de Piano, celebrado en Sigüenza, en la provincia de Guadalajara (España), y organizado por Bell’arte.
En este ganó el primer lugar en la categoría C, de 8 a 11 años, siendo la participante más pequeña de todo el concurso.
“El premio fue una gran sorpresa porque ni ella ni nosotros sabíamos a qué nos enfrentábamos, pero no esperábamos ganar porque, a diferencia de los otros niños, Carla no se había preparado toda su vida en escuelas”, contó Paola.
El siguiente concurso fue la segunda edición del Labia & Callegaro, en Verona, (Italia), exactamente en el lago Malcesine Garda. Allí, en octubre del 2020, ganó el primer premio en la categoría A, de 7 a 9 años.
Ese mismo mes, Carla ganó su tercer concurso internacional. Fue en el Festival Internacional Tu Onda, celebrado en Marbella, España, y en el que triunfó en la categoría A, de 7 a 10 años.
Por último, a finales de octubre, ocupó el segundo lugar, en la categoría B, de 8 a 10 años, en la décima edición del ‘International Piano Talents Competition’, que suele celebrarse en Milán (Italia), pero que pasó a ser de forma virtual por el rebrote del nuevo coronavirus.
“En el concurso de Milán, que es conocido por reunir a los mejores niños pianistas del mundo, se presentaron 40 niños en la categoría de Carla, y también fue una sorpresa haber sido reconocidos porque el nivel era muy alto”, señaló Paola, quien no considera que su hija sea una ‘niña prodigio’, sino que ha cultivado su don con trabajo duro.
Carla sueña con ser una pianista concertista con una filarmónica. En su cuarto tiene colgadas las fotografías de los auditorios en los que le gustaría presentarse: quiere tocar en Nueva York, París, Londres y en Colombia, para que el resto de su familia la pueda ver por primera vez en acción.
Además de practicar, en sus tiempos libres suele leer, ir a cine y jugar con Celeste, su hermana menor (4 años) y a quien Carla ya le ha ido mostrando el amor por el piano.
Esta niña artista siempre le dice a su mamá que para ella lo importante es transmitir algo con su música.
“Siempre me dice que quiere que su don sirva para algo, tal como a ella la sanó y le dio su lugar (por el ‘bullying’ que sufrió). Me dice que le gustaría que las personas se sientan menos solas cuando la escuchen tocar”, concluyó Paola.
Tomado de: EL TIEMPO