Un movimiento del cuerpo seguido de otro más, conformando una cadena de formas y texturas capaz de seguir un ritmo determinado. Un cuerpo transformado, encarnado en un nuevo personaje, un público tocado por emociones, el desarrollo de una historia. Unos saltos al espacio, unas acrobacias impensables, unos cuerpos haciendo hazañas imposibles. En eso, en el movimiento, en el fluir, en el reencarnar momentáneamente, consisten las llamadas artes vivas. La danza, el teatro y el circo son algunas de las artes que se quiere dar a conocer con la iniciativa del Ministerio de Cultura denominada Palco.
Este año se celebrará la tercera edición del evento que ha buscado cambiar el imaginario colombiano en el extranjero a través de las artes. Se quiere, quizás, acabar con las referencias violentas que conciernen al país y reemplazarlas por aquellas sensaciones que sólo el arte puede traer. Sensaciones que nacen de personas talentosas y apasionadas como las que reúne Palco. Son 16 las agrupaciones seleccionadas de lugares tan distantes del país como Cartagena, Bogotá, Medellín y Quibdó, cada una con sus diferentes características propiciadas por los más diversos contextos y ambientes.
Del 5 al 8 de junio estarán frente a los ojos expectantes de unos programadores extranjeros que buscarán candidatos de elencos colombianos para llevarlos a nivel internacional. Así pues, Palco es una especie de microfestival que se creó, según afirma Adriana González, coordinadora de emprendimiento del Ministerio de Cultura, como la continuación de una iniciativa que nació en el 2016 en Micsur, por lo que su objetivo es “reforzar el mercado para las artes escénicas que no tienen, por ejemplo la música o el libro, suficiente impulso, porque son esencialmente difíciles y demandantes a la hora de exportarlas”.
No es sorpresa la dificultad que existe a la hora de hacer visualizar las artes escénicas, pues, como dice la coordinadora, requieren mayor logística, planeación y presupuesto para llevarlas al exterior. Y se puede agregar el hecho de que, generalmente, en el contexto colombiano las artes vivas son enormemente desprestigiadas. Esto ocurre por varias razones: en primera medida, porque no existe un público “masivo” que se interese en ellas, quizás por una falta de cultura a la hora de apreciarlas, pero también, en segunda medida, porque suelen ser opacadas por otras muestras artísticas, como la música, que son buscadas mayormente por empresarios y consumidores.
Por esta misma razón es fundamental la iniciativa que está adelantando el Ministerio de Cultura, pues constituye un paso importante para comenzar a reconocer, precisamente, el talento a veces oculto y la gran calidad de los bailarines, actores y cirqueros colombianos. De igual manera es una forma de visualizar la capacidad de los elencos que están llegando a un altísimo nivel y a ser competitivos internacionalmente.
Para lograrlo, Palco busca reunir programadores provenientes de todos los continentes. Si bien la presente versión hace gran énfasis en el sur del continente, pues, como dice la coordinadora, “la mitad de los programadores son de América Latina”, desde “Brasil, Chile, Perú, México y Argentina”, también hay aquellos que asisten desde Europa, Norteamérica e incluso Asia (con el primer asistente coreano). Tal nivel de asistencia es un indicador de que las artes escénicas colombianas se están desarrollando positivamente, que están cada vez más cerca del nivel de perfección característico de tal talante artístico y que necesitan para ser competitivas a nivel mundial.
Que estos programadores del mundo entero se estén interesando en las tan diversas expresiones artísticas del país da cuenta de que son expresiones autóctonas y propias, pero, de igual manera, absolutamente adecuadas para ser apreciadas en el exterior. Es por tal razón que los programadores de Palco se preocupan por escoger agrupaciones que, como dice González, tengan la capacidad de “viajar y cruzar fronteras”, es decir, de trascender y conquistar los públicos foráneos.
Paralelamente, las artes vivas colombianas encontrarán otro impulso en el encuentro denominado Conexión Hemisferio, de corte mayormente académico y que busca generar un diálogo consciente, que promueva soluciones a problemáticas del sector y nuevas alianzas entre gestores culturales españoles y colombianos, con el objetivo de fortalecer las artes escénicas de ambas nacionalidades. De manera que la Pontificia Universidad Javeriana será la sede en donde confluyan las discusiones que buscan crear nuevas ideas para propiciar el desarrollo de tales artes en ambas partes.
Así, la unión de los dos eventos hace parte de la Semana de las Artes Vivas, en la cual el movimiento, las formas y las texturas provenientes de bailarines, actores y cirqueros colombianos tendrán cabida bajo el foco de las artes colombianas. Se trata, como dice Adriana González, de que se haga ver que en las artes escénicas colombianas existe “otra posibilidad de disfrute de la cultura, otra posibilidad de invertir en la cultura, otra posibilidad de formarse en la cultura”. Se trata, finalmente, de dignificar tal manera de hacer arte que es, además, la más pura, la más primitiva y a la vez sofisticada, la que exige un compromiso del cuerpo completo y surge del interior del mismo. Se trata de mostrar que existe una aceptación mundial de estas artes colombianas, pero a la vez, y ante todo, de impulsar que sean los colombianos mismos el público que comience a acercarse a las artes en movimiento.