“La cárcel de Arauca en el multiverso” así describió el autor de esta fotografía de un lugar que todos los araucanos le pasamos por un lado, algunos recordando sus puertas abiertas en su esquina que daban vista al patio central que servía de epicentro a este otrora hotel que albergó a muchos viajeros que por distintas razones encontraron un hogar en “Las tres Palmas”.
Tal vez más adelante hablemos de las historias que allí se vivieron y los huéspedes que la visitaron, o los orígenes de esta casona que en principio fue la casa de habitación de don Isaías Bello y su familia, dueño del Hato La Argentina, como nos lo contó nuestro querido don Jaime García Ataya y corroborado por nuestro también querido don Jorge Nel Navea Hidalgo, quien incluso también nos habló que don Isaías fue el mismo que construyó el Teatro Iguanito cuyo nombre hacía referencia a una etnia indígena.
Sabemos que el fin de este emblemático hotel se produjo tras la crisis de la pandemia que encontró una oportunidad en un proyecto de la Gobernación de Arauca para convertirlo en un centro transitorio de reclusión, pero que ante la no aceptación de la comunidad por su ubicación y lo insólito que pareció para muchos la inconveniencia de su uso, la poca planificación y menos la socialización del mismo que no consultó la opinión de los vecinos, historiadores y expertos en urbanismo. Tan inconsulto fue, que al margen de los detalles administrativos que le dieron vía libre a su actual propietario, decidieron empezar a intervenirlo sellando sus ventanas y lo que se alcanzó a observar su demolición interior total o parcial, no lo sabemos, hasta que estalló el escándalo.
Las cosas son de sus dueños, por supuesto, pero aquello que se considera de todos por el valor histórico que tiene consigo la memoria de un lugar que bien puede considerarse una reliquia, pues por definición este hotel es el vestigio de amores, parrandos, negocios y cualquier otra historia que se pudo esconder en la intimidad de sus habitaciones. Muy bien lo describe nuestro reportero gráfico Alberto Cadena, como un sitio en el multiverso pues la fotografía nos muestra tres cosas funcionando en el mismo lugar, pueden ser tres universos allí encerrados, viviendo o sufriendo en paralelo dentro de éste que es el universo oficial, el que día a día observa cómo se destruye sin preguntar qué, esta realidad araucana que todos los días ve un hotel recibiendo huéspedes en el pasado, reclusos o detenidos de manera temporal en un futuro que nunca llegó, y las tres palmas allí aún erguidas resistiéndose a morir como si detrás de esos muros encontrásemos un morichal que calme la sed porque las cosas algún día se hagan bien.
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