Pablo Flórez fue músico o sociólogo.
Tal vez lo más indicado sería cambiar la ‘o’ por una ‘y’, para de esta manera integrar estos dos saberes y hacer una radiografía sonora de la realidad. Eso fue lo que hizo este gran maestro del Sinú que con trazos bien definidos logró plasmar la cotidianidad de los pueblos caribeños, en especial aquellos municipios cercanos a su natal Ciénaga de Oro en el departamento de Córdoba. Publica el Espectador.
Las tradiciones de la región fueron descritas con encantado y llevadas al terreno del arte con la simpleza de un sabio y la riqueza léxica del mejor cronista.
A pesar de que sus composiciones, esos álbumes que registraron escenas coloridas, fueron realizadas a partir de su sensibilidad con el piano y la guitarra, el primer contrato importante que tuvo Pablo Flórez lo consiguió gracias a su afinidad con algunos instrumentos de percusión.
El papel que lo unió a Discos Fuentes por varias temporadas decía que el músico debía cumplir jornadas de acompañamiento como baterista. Su misión, entonces, era marcar el ritmo, otorgarle poder a la melodía y llenar de sabrosura las creaciones ajenas.
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En la sección de acompañamiento, lo hizo bien pero como compositor e intérprete Pablo Flórez se destacó mucho más. Alcanzó a grabar unos cincuenta trabajos discográficos y, según lo que confesó en una oportunidad, la vida no le iba a bastar para recordar las más de mil canciones que tenía por ahí escritas, muchas de ellas terminadas y otras simplemente esbozadas.
Totó La Momposina, Iván Villazón, Alfredo Gutiérrez, Adriana Lucía y hasta la Sonora Ponceña
Hicieron que las canciones del denominado “Juglar de Sinú” conquistaran las andas sonoras con la prontitud de su agilidad mental.
En su cabeza, el porro, el fandango, el vals, el pasillo y el bolero encontraron casa. Comenzó experimentando con la música romántica, para la que realizó composiciones como Edita y Tan lejos de ti, pero después se dedicó a la exploración de la tierra y allí estaba la materia prima para crear los que, tal vez, han sido sus himnos: La aventurera, Los sabores del porro y Tres clarinetes.
Con estos temas y con muchos más, Pablo Flórez le dio visibilidad al sonido del Caribe y lo convirtió más que en una experiencia artística, en una radiografía colorida de su región